miércoles, 24 de julio de 2019

Profecías de San Juan Bosco

San Juan Bosco fue famoso por su sueños y profecías, amó a la Virgen en todas sus advocaciones.

Vistió con gran devoción el escapulario del Carmen.

Y aún hoy se conserva incorrupto el que llevaba al morir.

QUIÉN FUE SAN JUAN BOSCO

San Juan Bosco nació de una familia humilde el 16 de Agosto de 1815 en un pueblito de Italia llamado I Becchi, en Castelnuovo d’Asti (ahora Castelnuovo Don Bosco).

Su santa madre, Margarita” fue educándolo a la fe protegiéndolo de la prepotencia de su hermano mayor Antonio, que no quería que él estudiara.

Antonio tuvo que hacerse cargo de la familia luego de quedar él, Juan y José (los tres hermanos) huérfanos, al morir su padre Francisco, a los 33 años de edad.

La convicción de ser sacerdote comienza a nacer a los nueve años de edad cuando tiene un sueño que será una premonición del futuro.
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La Virgen Auxiliadora fue acompañándolo en la adolescencia hasta entrar al seminario de Chieri, hasta el sacerdocio (año 1840).

Junto a Don Bosco nacieron grandes vocaciones y santos; esto deja en evidencia la obra que hoy perdura y el bien que hizo a la Iglesia Católica.

Personas como Domingo Savio (santo con solo 15 años) y Miguel Rúa (beato hoy en día) fueron la expresión máxima de la incansable tarea de Juan Bosco.

Fue dotado de grandes dones naturales y sobrenaturales, como los grandes santos.
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Tuvo el don de profecía, el don de milagros.
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Se adelantó 100 años al Concilio Vaticano II y eso por su espíritu evangélico.

Sueño de los nueve años

Cuando yo tenía unos nueve años, tuve un sueño que me quedó profundamente grabado en la mente para toda la vida.

En el sueño me pareció estar junto a mi casa, en un paraje bastante espacioso, donde había reunida una muchedumbre de chiquillos en pleno juego.

Unos reían, otros jugaban, muchos blasfemaban.

Al oír aquellas blasfemias, me metí en medio de ellos para hacerlos callar a puñetazos e insultos.

aquel momento apareció un hombre muy respetable, de varonil aspecto, noblemente vestido.

Un blanco manto le cubría de arriba a abajo, pero su rostro era luminoso, tanto que no se podía fijar en él la mirada.

Me llamó por mi nombre y me mandó ponerme al frente de aquellos muchachos, añadiendo estas palabras:

No con golpes, sino con la mansedumbre y la caridad, deberás ganarte a estos amigos.
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Ponte, pues, ahora mismo a enseñarles la fealdad del pecado y la hermosura de la virtud.
Aturdido y espantado, dije que yo era un pobre muchacho ignorante, incapaz de hablar de religión a aquellos jovencitos.

En aquel momento, los muchachos cesaron en sus riñas, alborotos y blasfemias y rodearon al que hablaba.

Sin saber casi lo que me decía, añadí:

¿Quién sois para mandarme estos imposibles?

Precisamente porque esto te parece imposible, deberás convertirlo en posible por la obediencia y la adquisición de la ciencia.

¿En dónde? ¿Cómo podré adquirir la ciencia?

Yo te daré la Maestra, bajo cuya disciplina podrás llegar a ser sabio y, sin la cual, toda sabiduría se convierte en necedad.

Pero, ¿quién sois vos que me habláis de este modo?

Yo soy el Hijo de Aquella a quien tu madre te acostumbró a saludar tres veces al día.

Mi madre me dice que no me junte con los que no conozco sin su permiso; decidme, por tanto vuestro nombre.

Mi nombre pregúntaselo a mi Madre.

En aquel momento vi junto a él una Señora de aspecto majestuoso, vestida con un manto que resplandecía por todas partes, como si cada uno de sus puntos fuera una estrella refulgente.

La cual, viéndome cada vez más desconcertado en mis preguntas y respuestas, me indicó que me acercase a ella, y tomándome bondadosamente de la mano, me dijo:

Mira.

Al mirar me di cuenta de que aquellos muchachos habían escapado, y vi en su lugar una multitud de cabritos, perros, gatos, osos y varios otros animales.

He aquí tu campo, he aquí en donde debes trabajar.

Hazte humilde, fuerte y robusto, y lo que veas que ocurre en estos momentos con estos animales, lo deberás tú hacer con mis hijos.

Volví entonces la mirada y, en vez de los animales feroces, aparecieron otros tantos mansos corderillos que, haciendo fiestas al Hombre y a la Señora, seguían saltando y bailando a su alrededor.

En aquel momento, siempre en sueños, me eché a llorar.

Pedí que se me hablase de modo que pudiera comprender, pues no alcanzaba a entender que quería representar todo aquello.

Entonces Ella me puso la mano sobre la cabeza y me dijo:

A su debido tiempo, todo lo comprenderás.

Dicho esto, un ruido me despertó y desapareció la visión.

Quedé muy aturdido. Me parecía que tenía deshechas las manos por los puñetazos que había dado y que me dolía la cara por las bofetadas recibidas.

Y después, aquel personaje y aquella señora de tal modo llenaron mi mente, por lo dicho y oído, que ya no pude reanudar el sueño aquella noche.

Por la mañana conté en seguida aquel sueño; primero a mis hermanos, que se echaron a reír, y luego a mi madre y a la abuela.

Cada uno lo interpretaba a su manera. Mi hermano José decía:

Tú serás pastor de cabras, ovejas y otros animales.

Mi madre:

¡Quién sabe si un día serás sacerdote!

Antonio, con dureza:

Tal vez, capitán de bandoleros.

Pero la abuela, analfabeta del todo, con ribetes de teólogo, dio la sentencia definitiva:

No hay que hacer caso de los sueños.

Yo era de la opinión de mi abuela, pero nunca pude echar en olvido aquel sueño. Lo que expondré a continuación dará explicación de ello.

Yo no hablé más de esto, y mis parientes no le dieron la menor importancia.

Pero cuando en el año 1858 fuí a Roma para tratar con el Papa sobre la Congregación salesiana, él me hizo exponerle con todo detalle todas las cosas que tuvieran alguna apariencia de sobrenatural.
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Entonces conté, por primera vez, el sueño que tuve de los nueve a los diez años.
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El Papa mandó que lo escribiera literal y detalladamente y lo dejara para alentar a los hijos de la Congregación.
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Ésta era precisamente la finalidad de aquel viaje a Roma.

Don Bosco poseía el don de la profecía por voluntad divina y usó este carisma siempre en una forma prudente. Sabía, por ejemplo, con anticipación las fechas de muerte de sus jóvenes, leyó en sus corazones, reveló el futuro a los poderosos.

Don Bosco prevé el futuro de su congregación.

Un personaje de la visión dijo a Don Bosco: "Ven, te haré ver el triunfo de la Congregación de San Francisco de Sales. Sube esto sobre una piedra y verás". Era una gran roca en un suelo indeterminado y yo subí arriba. Oh, que vista apareció ante mis ojos. Hombres y mujeres de todo color, ropaje y nación se encontraban reunidos. Yo conocía a los de las primeras filas y ví que muchos eran Salesianos que guiaban, como de la mano, a equipos de chicos y chicas. Luego venían otros y más que no pude conocer, y menos distinguir, pero era un número indescriptible. Entonces aquel que me había conducido y aconsejado, añadió: "Mira y considera, tú no entenderás lo que te digo, pero estáte atento: todo lo que has visto es toda una cosecha preparada a los Salesianos. ¿Ves lo inmensa que es la cosecha?. Este campo inmenso en el que te encuentras, es el campo en el que los Salesianos deben trabajar. Pero, ¿sabes en qué condiciones se podrá llevar a cabo lo que ves?. Yo te lo diré. Mira: Necesito que tú hagas imprimir estas palabras que serán vuestro blasón: el trabajo y la templanza hará florecer la Congregación Salesiana. Estas palabras las explicarás, repetirás, insistirás e imprimirás el manual que las explique y haga entender bien que "el trabajo y la templanza son la herencia que dejas a la Congregación, y al mismo tiempo, serán también la gloria".

Don Bosco predice quien será en nuevo Papa.

A la muerte de Pío lX predice al Cardenal Pecci como nuevo Papa. Así, catorce días después de la predicción, el Cardenal Pecci, Arzobispo de Peruggia, es elegido Papa y asumirá el nombre de Leôn Xlll.


Don Bosco prevé a los Reyes de Nápoles, la pérdida del Reino.

En 1887 la Reina María Teresa, segunda esposa de Fernando II, ya rey de Nápoles, pide a Don Bosco predecir su porvenir para el glorioso regreso a Palacio, pero sólo recibió esta respuesta: "Majestad, lamento deberlo decir, pero Vd. no irá jamás a Nápoles". El mismo Rey Francisco le pidió al Santo la confirmación de la predicción, y éste respondió: "Si quiere que le hable con franqueza, le dirá a Vuestra Majestad, que jamás subirá al trono". El Rey quiso saber porqué: el Santo le recordó cómo fue tratada la Iglesia, durante muchos años, por los Reyes de Nápoles.

Don Benetti pregunta a Don Bosco cómo hacía para ver cosas y personas desde lejos. El Santo respondió: "Parece que un hilo telegráfico sale de mi cabeza. Para establecer la comunicación basta que lleve mi pensamiento al punto que quiero y de inmediato veo lo que allí se encuentra. Por ejemplo, estoy aquí en mi dormitorio. Si yo quiero, veo a un joven bajo los pórticos del Oratorio".

Don Bosco vé el futuro.

Me encontré en presencia de cosas sobrenaturales. En breves instantes vi muchas cosas. Estaba la palabra, adaptada al lenguaje de los hombres.

Las leyes de Francia no reconocen al Creador, pero el Creador se dará a conocer y los visitará tres veces con la vara de su furor:

La primera vez. Êl abatirá su soberbia en las derrotas, con el saqueo y con los estragos de los recogidos, de los animales y de los hombres.

La segunda vez. La gran prostituta de Babilonia, la que los buenos llamaron "Prostíbulo de Europa", será decapitada en medio de los disturbios. París. París.Antes de armarte en el nombre del Señor, tú te rodeas de casas de inmoralidad. Pero ellas serán destruidas por tí misma. Tu ídolo, el Panteón,será incinerado. Tus enemigos te harán sufrir pobreza, hambre, espanto y será la abominación de las naciones. Pero ay de tí si no reconoces la mano de quien te golpea. Yo quiero castigar la inmoralidad, el abandono y el desprecio a mi ley.

La tercera vez. Caerás en manos extranjeras: tu enemigo vendrá de lejos, tus palacios en llamas, tus habitaciones se convertirán en un montón de ruinas, bañada por la sangre de tus poderosos que dejarán de serlo. Pero un gran guerrero del Norte tiene, en su mano derecha,un estandarte en el que está escrito: "Irresistible mano del Señor".

En aquel instante el venerable Anciano del Lazio le salió al encuentro, ondeando una antorcha ardientísima. Entonces, el estandarte se dilató y de negro se convirtió en blanco como la nieve. En el medio del estandarte, en letras de oro, estaba escrito el nombre de AQUEL que todo lo puede. El guerrero y los suyos se inclinaron, profundamente, ante el Anciano y se dieron las manos.

Pero tú, Italia, tierra de bendiciones, ¿quién te ha sumergido en la desolación?. No digas: mis enemigos, sino los amigos. ¿No oyes que tus hijos piden el pan de la Fe y no encuentran quien se los reparta?. ¿Qué haré?. Yo vencerá a los pastores, dispersaré a la grey, para que los se sienten en la Cátedra de Moisés busquen buenos pastos y el rebaño escuche dócil y se alimente.

Pero sobre la grey y los pastores pesará mi mano: la carestía, la pestilencia y la guerra harán que las madres lloren la sangre de los hijos y de los maridos muertos en tierra enemiga.

Y de tí, Roma, ¿qué será?. Roma ingrata, afeminada y soberbia. Has llegado al punto en que buscando a otro, admiras Soberano del lujo, olvidando que tu gloria y la suya están en el Gólgota ... Ya él es viejo, decadente, inerme, expoliado: sin embargo, con su única palabra, él hará temblar al mundo. Roma ... yo vendré cuatro veces a tí:

La primera vez. Herirá tus tierras y sus habitantes.

La segunda vez. Traeré la masacre y el exterminio hasta tus muros.

La tercera vez. Abatiré a las defensas y a los defensores,y por mandato del Padre instauraré el reino del terror, del espanto y de la desolación. Pero mis sabios huyen, mi ley es pisoteada ... 

La cuarta vez. Ay de tí si mi ley es aún un nombre vano. Habrá prevaricaciones entre los doctos y los ignorantes: y la sangre y la de tus hijos lavarán las manchas que tú haces a la ley de tu Dios. La guerra, la peste y el hambre son tus azotes con los que serán golpeadas la soberbia y la malicia de los hombres. ¿Dónde estarán, entonces,Oh ricos, vuestras magnificencias, villas y palacios?... Se convertirán en los escombros de las plazas y de las calles.

Y vosotros, sacerdotes, ¿Porqué no corréis a llorar, entre la sacristía y el altar, invocando las suspensión de los azotes?. ¿Por qué no cogéis el escudo de la Fe y no váis sobre los tejados, a las calles, a las plazas, a todo lugar, aunque sea inaccesible, a llevar semilla de mi palabra?. ¿Ignoráis, quizá, que ella es terrible espada de doble filo, que abate a mis enemigos y que apaga la ira de Dios y de los hombres?. 

Inexorablemente, estas cosas deberán venir, la una tras la otra. Pero la Reina del Cielo está presente. La potencia del Señor está en sus manos. Ella dispersa a sus enemigos como niebla. Ella reviste al venerable anciano con todas sus antiguas vestiduras. Llegará aun un violento huracán.La iniquidad está consumada: el pecado tendrá fin y, antes de que transcurran dos plenilunios del mes de las flores, la pintará con el arco iris de la paz, que aparecerá en la tierra. El gran Ministro verá a la esposa de su Rey vestida de fiesta. Sobre todo el mundo, aparecerá un sol tan luminoso como no lo hubo nunca desde las llamas del Cenáculo hasta hoy, ni se verá más hasta el último de los días.

EL FAMOSO SUEÑO DE SAN JUAN BOSCO SOBRE LAS DOS COLUMNAS 
— AÑO DE 1862 ----

El 26 de mayo de 1862 Don Bosco había prometido a sus jóvenes que les narraría algo muy agradable en los últimos días del mes.

El 30 de mayo, pues, por la noche les contó una parábola o semejanza según él quiso denominarla.

He aquí sus palabras:

Os quiero contar un sueño.

Es cierto que el que sueña no razona; con todo, yo que Os contaría a Vosotros hasta mis pecados si no temiera que salieran huyendo asustados, o que se cayera la casa, les lo voy a contar para su bien espiritual.

Este sueño lo tuve hace algunos días.

Figúrense que están conmigo a la orilla del mar, o mejor, sobre un escrollo aislado, desde el cual no ven más tierra que la que tienen debajo de los pies.

En toda aquella superficie líquida se ve una multitud incontable de naves dispuestas en orden de batalla, cuyas proas terminan en un afilado espolón de hierro a modo de lanza que hiere y traspasa todo aquello contra lo cual llega a chocar.

Dichas naves están armadas de cañones, cargadas de fusiles y de armas de diferentes clases; de material incendiario y también de libros (televisión, radio, cine, teatro, prensa), y se dirigen contra otra embarcación mucho más grande y más alta, intentando clavarle el espolón, incendiarla o al menos hacerle el mayor daño posible.

A esta majestuosa nave, provista de todo, hacen escolta numerosas navecillas que de ella reciben las órdenes, realizando las oportunas maniobras para defenderse de la flota enemiga.

El viento le es adverso y la agitación del mar favorece a los enemigos.

En medio de la inmensidad del mar se levantan, sobre las olas, dos robustas columnas, muy altas, poco distante la una de la otra.
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Sobre una de ellas campea la estatua de la Virgen Inmaculada, a cuyos pies se ve un amplio cartel con esta inscripción: Auxilium Christianorum.

Sobre la otra columna, que es mucho más alta y más gruesa, hay una Hostia de tamaño proporcionado al pedestal y debajo de ella otro cartel con estas palabras: Salus credentium.

El comandante supremo de la nave mayor, que es el Romano Pontífice, al apreciar el furor de los enemigos y la situación apurada en que se encuentran sus leales, piensa en convocar a su alrededor a los pilotos de las naves subalternas para celebrar consejo y decidir la conducta a seguir.

Todos los pilotos suben a la nave capitaneada y se congregan alrededor del Papa.

Celebran consejo; pero al comprobar que el viento arrecia cada vez más y que la tempestad es cada vez más violenta, son enviados a tomar nuevamente el mando de sus naves respectivas.

Restablecida por un momento la calma, el Papa reúne por segunda vez a los pilotos, mientras la nave capitana continúa su curso; pero la borrasca se torna nuevamente espantosa.

El Pontífice empuña el timón y todos sus esfuerzos van encaminados a dirigir la nave hacia el espacio existente entre aquellas dos columnas, de cuya parte superior todo en redondo penden numerosas áncoras y gruesas argollas unidas a robustas cadenas.

Las naves enemigas dispónense todas a asaltarla, haciendo lo posible por detener su marcha y por hundirla.
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Unas con los escritos, otras con los libros, con materiales incendiarios de los que cuentan gran abundancia, materiales que intentan arrojar a bordo.
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Otras con los cañones, con los fusiles, con los espolones.
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El combate se toma cada vez más encarnizado.
Las proas enemigas chocan contra ella violentamente, pero sus esfuerzos y su ímpetu resultan inútiles.

En vano reanudan el ataque y gastan energías y municiones: la gigantesca nave prosigue segura y serena su camino.

A veces sucede que por efecto de las acometidas de que se le hace objeto, muestra en sus flancos una larga y profunda hendidura.

Pero apenas producido el daño, sopla un viento suave de las dos columnas y las vías de agua se cierran y las brechas desaparecen.

Disparan entretanto los cañones de los asaltantes, y al hacerlo revientan, se rompen los fusiles, lo mismo que las demás armas y espolones.

Muchas naves se abren y se hunden en el mar.

Entonces, los enemigos, encendidos de furor comienzan a luchar empleando el arma corta, las manos, los puños, las injurias, las blasfemias, maldiciones, y así continúa el combate.

Cuando he aquí que el Papa cae herido gravemente.
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Inmediatamente los que le acompañan acuden a ayudarle y le levantan.
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El Pontífice es herido una segunda vez, cae nuevamente y muere.
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Un grito de victoria y de alegría resuena entre los enemigos; sobre las cubiertas de sus naves reina un júbilo indecible.
Pero apenas muerto el Pontífice, otro ocupa el puesto vacante.

Los pilotos reunidos lo han elegido inmediatamente; de suerte que la noticia de la muerte del Papa llega con la de la elección de su sucesor.

Los enemigos comienzan a desanimarse.

El nuevo Pontífice, venciendo y superando todos los obstáculos, guía la nave hacia las dos columnas.
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Y al llegar al espacio comprendido entre ambas, la amarra con una cadena que pende de la proa a un áncora de la columna que ostenta la Hostia.
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Y con otra cadena que pende de la popa la sujeta de la parte opuesta a otra áncora colgada de la columna que sirve de pedestal a la Virgen Inmaculada.
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Entonces se produce una gran confusión.
Todas las naves que hasta aquel omento habían luchado contra la embarcación capitaneada por el Papa, se dan a la huida, se dispersan, chocan entre sí y se destruyen mutuamente.

Unas al hundirse procuran hundir a las demás.

Otras navecillas que han combatido valerosamente a las órdenes del Papa, son las primeras en llegar a las columnas donde quedan amarradas.

Otras naves, que por miedo al combate se habían retirado y que se encuentran muy distantes, continúan observando prudentemente los acontecimientos.

Hasta que, al desaparecer en los abismos del mar los restos de las naves destruidas, bogan aceleradamente hacia las dos columnas, llegando a las cuales se aseguran a los garfios pendientes de las mismas.

Y allí permanecen tranquilas y seguras, en compañía de la nave capitana ocupada por el Papa.

En el mar reina una calma absoluta.

Al llegar a este punto del relato, San Juan Bosco preguntó a Beato Miguel Rúa: —¿Qué piensas de esta narración?

Beato Miguel Rúa contestó:

Me parece que la nave del Papa es la Iglesia de la que es Cabeza.
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Las otras naves representan a los hombres y el mar al mundo.
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Los que defienden a la embarcación del Pontífice son los leales a la Santa Sede.
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Los otros, sus enemigos, que con toda suerte de armas intentan aniquilarla.
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Las dos columnas salvadoras me parece que son la devoción a María Santísima y al Santísimo Sacramento de la Eucaristía.
El Beato Miguel Rúa no hizo referencia al Papa caído y muerto y San Juan Bosco nada dijo tampoco sobre este particular. Solamente añadió:

Has dicho bien. Solamente habría que corregir una expresión.

Las naves de los enemigos son las persecuciones.

Se preparan días difíciles para la Iglesia.

Lo que hasta ahora ha sucedido es casi nada en comparación a lo que tiene que suceder.

Los enemigos de la Iglesia están representados por las naves que intentan hundir la nave principal y aniquilarla si pudiesen.

¡Sólo quedan dos medios para salvarse en medio de tanto desconcierto!

Devoción a María Santísima.

Frecuencia de Sacramentos: Comunión frecuente, empleando todos los recursos para practicarlos nosotros y para hacerlos practicar a los demás siempre y en todo momento.

¡Buenas noches!

(Memorias Biográficas de San Juan Bosco)


San Juan Bosco advirtió al Papa Pío IX (siglo XIX) de que llegará un día en que una luz brillante resplandecerá en el cielo, en pleno fragor de una batalla.
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En ese instante, el Papa y sus servidores abandonarán el Vaticano pasando por una plaza cubierta de muertos y heridos.
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Todo el paìs sufrirá una gran perdida de población y la tierra se agitará como arrasada por un huracán y caerá un fuerte pedrisco.
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Durante doscientos amaneceres, el Papa y su séquito vagarán por tierras extranjeras.

UN PAPA MUERTO Y SU SUCESOR

En el Sueño de las Dos Columnas hay un Papa muerto y otro, su sucesor, que después asegura a la Iglesia a las dos columnas en medio de la algarabía y la paz, lo que equivale a un Segundo Pentecostés.

¿Quién son estos dos Papas? ¿Están en el futuro o en el pasado?

Si la cronología es correcta, se estaría prediciendo que la época de paz, de alegría y fortaleza, el Segundo Pentecostés, será inaugurado durante un papado inmediatamente después de un papa asesinado.
Pero cuando se habla de asesinato ¿estamos hablando en sentido de muerte real, de atentado contra la vida de un Papa o de muerte civil?
Si hablamos de asesinato real, el último Papa al que podrían haber asesinado podría ser Juan Pablo I; no decimos que lo haya sido, sino que podría haberlo sido.

Teóricos de la conspiración creen que fue envenenado por agentes “durmientes” dentro del Vaticano que estaban vinculados al escándalo de la P2 o la Unión Soviética (o a ambos).

Si hablamos de atentado para asesinato pensaremos en su predecesor Juan Pablo II, que fue herido por la bala de Ali Agca en la Plaza de san Pedro en 1981.

Y si hablamos de asesinato civil (simbólico), podemos pensar en las presiones que sufrió Benedicto XVI para dejar su pontificado.

Ahora bien, la dificultad de que esta profecía de Don Bosco se haya cumplido en el pasado es que no se ha visto, hasta ahora, lo que se pueda catalogar como un Segundo Pentecostés y toda la Iglesia alineada tras de un Papa.

Lo más cercano a un período de paz y florecimiento de la fe podría haber estado en el pontificado de Juan Pablo II, quien remontó las consecuencias negativas del Concilio Vaticano II.

Además Juan Pablo II fue un Papa mariano, que aseguró la Iglesia a esta devoción, lo que no ha sucedido con ningún papa desde el Concilio.

Sin embargo estos indicios son débiles. No ha habido fuertes indicios de un Segundo Pentecostés.

De modo que lo más probable es que lo que relata Don Bosco, si no es una mera alegoría, entonces sea un hecho que transcurrirá en el futuro.

Veamos primero como hay más coincidencias sobre el papa muerto.

EL PAPA MUERTO ¿SERÁ EL QUE SE RELATA EN EL 3º SECRETO DE FÁTIMA?

Si la profecía implica un Papa muerto, entonces deberíamos pensar en la profecía de Fátima, en el tercer secreto.

Este mensaje de Fátima dado medio siglo después del Sueño de Don Bosco es coincidente.
En el 3º Secreto de Fátima Sor Lucía relata la muerte de un Papa.

Y vimos en una luz inmensa que es Dios: algo parecido a cómo las personas aparecen en un espejo cuando pasan frente a él, a un obispo vestido de blanco, y tuvimos la impresión que era el Santo Padre.

Y otros Obispos, Sacerdotes, hombres y mujeres religiosos subiendo una montaña empinada, en la cima de la cual había una gran Cruz de troncos toscos como de un corcho con la corteza.

Antes de llegar allí, el Santo Padre pasó por una gran ciudad en ruinas con paso medio tembloroso, afligido de dolor y tristeza, oró por las almas de los cadáveres que encontraba en su camino.

Al llegar a la cumbre de la montaña, arrodillado al pie de la gran Cruz, fue asesinado por un grupo de soldados que dispararon balas y flechas.

Y de la misma manera, murieron uno tras otro los demás obispos sacerdotes, hombres y mujeres religiosas, y varios laicos de diferentes rangos y posiciones.

Debajo de los dos brazos de la Cruz había dos Ángeles cada uno con un aspersorio de cristal en la mano, en el que recogieron la sangre de los Mártires y con ella asperjaron las almas que se dirigían a Dios.

O sea que hay coincidencias respecto del asesinato de un Papa en medio de una crisis de la Iglesia.

¿Pero es segura la interpretación de que habrá un Segundo Pentecostés luego?

Para aclararlo podemos recurrir a otro sueño de Don Bosco.

EL PAPA DEL SEGUNDO PENTECOSTÉS  

En la profecía de la Marcha de los 200 Días, Don Bosco indicaba lo que iba a significar la victoria del Papa anclado a las dos columnas.

Era una noche oscura, y los hombres ya no podían encontrar su camino de regreso a sus propios países.

De repente una luz brillante brilló en el cielo, iluminando su camino como al mediodía.

En ese momento salió del Vaticano, como en procesión, multitud de hombres y mujeres, niños pequeños, monjes, monjas y sacerdotes, y a su cabeza el Papa.

Pero una furiosa tormenta estalló, algo oscureciendo esa luz, como si la luz y la oscuridad estuvieran encerradas en la batalla.

Mientras tanto, la larga procesión llegó a una pequeña plaza llena de muertos y heridos, muchos de los cuales lloraban pidiendo ayuda.

Las filas de la procesión se adelgazaban considerablemente.

Después de una marcha de doscientos días, todos se dieron cuenta de que ya no estaban en Roma.

Desalentados, rodearon al Pontífice para protegerlo y ministrarle en sus necesidades.

En ese momento aparecieron dos ángeles, con un estandarte que presentaba al Sumo Pontífice, diciendo:

“Tomad la bandera de Aquella que pelea y derrota a los más poderosos ejércitos de la tierra: vuestros enemigos han desaparecido: con lágrimas y suspiros sus hijos abogan por Su regreso.”

Un lado del estandarte llevaba la inscripción: Regina sine labe concepta [Reina concebida sin pecado], y el otro lado decía: Auxilium Christianorum [Ayuda de los cristianos].

El Pontífice aceptó la bandera alegremente, pero se angustió al ver cuán pocos eran sus seguidores.

Pero los dos ángeles continuaron diciendo:

“Vayan, reconforten a sus hijos, escriban a sus hermanos esparcidos por todo el mundo que los hombres deben reformar sus vidas, y esto no puede lograrse si no se parte el pan del Verbo Divino entre los pueblos.

El catecismo y la predicación del desapego de las cosas terrenas.

Ha llegado el momento, concluyeron los dos ángeles, cuando los pobres evangelizarán al mundo.

Los sacerdotes serán buscados entre los que manejan la azada, la pala y el martillo, como David profetizó:

“Dios levantó al pobre de los campos para ponerlo en el trono de su pueblo”.

Al oír esto, el Pontífice siguió adelante, y las filas comenzaron a hincharse.

Al llegar a la Ciudad Santa, el Pontífice lloró al ver a sus ciudadanos desolados, ya que muchos de ellos ya no estaban.

Luego entró en San Pedro y entonó el Te Deum, al que un coro de ángeles respondió, cantando: Gloria in excelsis Deo et en terra pax hominibus bonae voluntatis.

Cuando terminó la canción, toda la oscuridad desapareció y brilló un sol abrasador.

La población había disminuido mucho en las ciudades y en el campo.

La tierra fue destrozada como por un huracán y la tormenta de granizo, y la gente se buscó unos a otros, profundamente conmovidos, y diciendo: Est Deus en Israel [Hay un Dios en Israel].

Desde el inicio del exilio hasta la entonación del Te Deum, el sol subió 200 veces. Todos los eventos descritos cubren un período de 400 días.

De modo que tenemos un Papa muerto, su sucesor y un Segundo Pentecostés que se procesa durante un período, o sea que no es inmediato.

En La Salette se profetiza también una gran crisis, un Papa perseguido, un período de paz y luego “vendrá un monstruo”, que podemos pensar que es el anticristo o un fenómeno parecido.

TAMBIÉN ES PARTE DE LA PROFECÍA DE LA SALETTE

El secreto dado a Maximin (uno de los videntes) por Nuestra Señora de La Salette dice lo siguiente:
Antes de todo, grandes desórdenes llegarán, en la Iglesia y en todas partes.

Luego, después, nuestro Santo Padre el Papa será perseguido.

Su sucesor será un pontífice que nadie espera.

Entonces, después, una gran paz vendrá, pero no durará mucho tiempo. Un monstruo vendrá a perturbarla.

Todo lo que te digo aquí llegará en el otro siglo, a más tardar en el año dos mil.

Esto podría llegar a ser el preludio de la segunda venida de Cristo como lo expresa el catecismo de la Iglesia Católica:

Antes de la segunda venida de Cristo, la Iglesia debe pasar por un juicio final que sacudirá la fe de muchos creyentes.

La persecución que acompaña a su peregrinación en la tierra desvelará el “misterio de la iniquidad” en forma de un engaño religioso ofreciendo a los hombres una aparente solución a sus problemas al precio de la apostasía de la verdad.

El supremo engaño religioso es el del Anticristo, un pseudo-mesianismo por el cual el hombre se glorifica en lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne… (CIC 675)

La Iglesia sólo entrará en la gloria del reino a través de esta pascua final, cuando ella siga a su Señor en su muerte y resurrección… (CIC 677)

No es seguro que luego de Papa muerto y su sucesor que profetiza Don Bosco estemos cerca de la parusía, sino tal vez sea sólo un gran empuje del mal momentáneo.

En medio de estas piezas proféticas tenemos este pontificado y los próximos.

sábado, 13 de julio de 2019

Profecías de Chico Xavier para 2019

El periódico Folha Espírita de mayo de 2011 trae una revelación hecha en 1986, por el médium Francisco Cândido Xavier sobre el futuro reservado al planeta Tierra y a todos sus habitantes en los próximos años. 

La revelación fue hecha a Geraldo Lemos Neto, fundador de la Casa de Chico Xavier, de Pedro Leopoldo (MG) y de la Vinha de Luz Editora, pero solo ahora él se ha decidido a hablar. Lo “chistoso” es que al comienzo de la lectura no di mucho crédito a esa “profecía”, pero según leía, me fui poniendo muy serio. Ello porque las partes que remarqué en negrita coinciden EXACTAMENTE con lo que Oráculo nos había dicho en las últimas décadas. 

Mucho de lo que ella decía lo he compartido en inserciones y comentarios en el blog antiguo (los comentarios se perdieron para siempre, pero algunas personas todavía recuerdan lo que dije, incluso una imagen de lo que ella decía se me quedó en la cabeza, de que llegaría la hora en que sería preciso abatir navíos de refugiados en las costas brasileñas para evitar un colapso. Esto coincide con lo que el texto indica, de que habría una ‘ONU’ controlando la ocupación de Brasil, y no dudo de que su brazo militar tome medidas extremas para preservar una ocupación ‘ordenada’ de refugiados que vienen a Brasil ¿no es cierto?). Las inserciones aún andan por ahí, o aún serán publicadas (una de ellas, de 2004 fue publicada ahora, y se refiere a futuros equipamientos para comunicarse con el mundo de los muertos). 

Y mucho de lo que ella decía ya debía haber ocurrido, en torno al fin del milenio y comienzo de la década, pero no ocurrió por motivos que ni él sabía. Este es un resumen de los puntos interesantes del texto, que en su integridad puede leerse en el ejemplar nº 439, año XXXV, de mayo de 2011 del periódico Folha Espírita: “Hace mucho arrastro conmigo este fardo, y siempre me he preocupado en el sentido de que Chico Xavier no me diría todo lo que relato en esta edición de la Folha Espírita porque sí, sino con una finalidad específica. 

Con ocasión de la charla que describo en las páginas siguientes, advertí que mi mente estaba recibiendo un tratamiento mnemónico diferente, para que no llegase a olvidar aquellas palabras proféticas, y que, en momento oportuno del futuro, yo estaría llamado a dar testimonio de ellas. 

Tuve la felicidad de convivir en la intimidad con Chico Xavier, dialogando con él incontables veces, madrugada adentro, sobre variados temas de nuestro común interés, notablemente sobre esclarecimientos palpitantes acerca de la Doctrina de los Espíritus y del Evangelio de Jesús. 

Uno de esos temas fue el relativo al Apocalipsis, del Nuevo Testamento. Desde entonces, en nuestros coloquios, Chico Xavier tenía siempre una u otra palabra esclarecedora sobre esa cuestión, puntualizando este o aquel versículo y haciéndome comprender, poco a poco, el momento de transición por el cual pasa nuestro orbe planetario, camino de la regeneración”. En una de tales conversaciones, recordando el libro Brasil, Corazón del Mundo, Patria del Evangelio, escrito por el espíritu Humberto de Campos, Lemos Neto exteriorizó ante Chico su duda en cuanto al título del libro, toda vez que por aquella época, a mediados de la década de los 80, Brasil aún vivía a vueltas con la hiperinflación, la miseria, el hambre, las grandes disparidades sociales, el descontrol político y económico, sin mencionar los escándalos de corrupción y el atraso cultural. “Me acuerdo como si fuera hoy, de la expresión sorprendida de Chico contestándome: “Vaya, Geraldinho, ¿lo que quieres son privilegios para la Patria del Evangelio, cuando el fundador del Evangelio, que es Nuestro Señor Jesucristo, vivió en la pobreza, rodeado de enfermos y necesitados de toda clase, experimentó toda suerte de vicisitudes y persecuciones para ser sometido a suplicio casi abandonado por sus amigos más cercanos y morir crucificado entre dos ladrones? No olvidemos que el fundador del Evangelio atravesó toda clase de probaciones, padeció el martirio de la cruz, ¡pero después dejó la cruz y resucitó para la Vida Inmortal! Esto debe servir de guía para la Patria del Evangelio. 

¡Un día habremos de resucitar de las cenizas de nuestro propio sacrificio para demostrar al mundo entero la inmortalidad gloriosa!” En la secuencia de nuestra conversación pregunté a Chico qué es lo que él quería decir exactamente respecto del sacrificio de Brasil. ¿Estaría él prediciendo el futuro de nuestra nación y del mundo? Chico pensó un poco, como si estuviese vislumbrando escenas distantes y, tras cierto tiempo, retornó para decirnos: “¿Te acuerdas, Geraldinho, del libro de Emmanuel Camino a la Luz? En las páginas finales de la narrativa, en el cap. XXIV, cuyo título es El Espiritismo y las Grandes Transiciones, en él Emmanuel afirmaba que los espíritus abnegados y esclarecidos hablaban de una nueva reunión de la comunidad de las potencias angélicas del Sistema Solar, uno de cuyos miembros divinos es Jesús, y que la sociedad celeste se reuniría por tercera vez en la atmósfera terrestre desde que Cristo recibió la sagrada misión de redimir nuestra humanidad, para en fin, decidir nuevamente sobre los destinos de nuestro mundo”. 

Pues bien, Emmanuel escribió esto en los idos de 1938 y estoy informado de que esa reunión de hecho ya se ha verificado. Tuvo lugar cuando el hombre finalmente ingresó en la comunidad planetaria, dejando el suelo del mundo terrestre para pisar por primera vez el suelo lunar. El hombre, por su propio esfuerzo, conquistó el derecho y la posibilidad de viajar hasta la Luna, hecho que se materializó el 20 de julio de 1969. En aquella ocasión, el Gobernador Espiritual de la Tierra, que es Nuestro Señor Jesucristo, escuchando la súplica de otros seres angelicales de nuestro Sistema Solar, había convocado una reunión destinada a deliberar sobre el futuro de nuestro planeta. Lo que puedo decirte, Geraldinho, es que después de muchos diálogos y debates entre ellos, se dieron diversas sugerencias y, al final del celeste cónclave, la bondad de Jesús decidió conceder una última oportunidad a la comunidad terráquea, una última moratoria para la actual civilización en el planeta Tierra. 

Todas las obligaciones kármicas que estaba previsto sucediesen al final del siglo XX quedaron entonces en suspenso, por la Misericordia de los Cielos, para que nuestro mundo tuviese una última oportunidad de progreso moral. Lo curioso es que se puede reconocer en los Evangelios y en el Apocalipsis exactamente este período actual, el que estamos viviendo, como la undécima hora, o la hora postrera, o incluso la llamada última hora. Le pregunté sobre cuáles habían sido entonces las deliberaciones de Jesús, y él me respondió: “Nuestro Señor deliberó conceder una moratoria de 50 años a la sociedad terrena, a comenzar el 20 de julio de 1969, y, por tanto, a terminar en julio de 2019. 

Ordenó Jesús, entonces, que sus emisarios celestes se empeñasen más directamente en el mantenimiento de la paz entre los pueblos y las naciones terrestres, con la finalidad de colaborar para que nosotros ingresásemos más rápidamente en la comunidad planetaria del Sistema Solar como mundo más regenerado, al final de ese período. Algunas potencias angélicas de otros orbes de nuestro Sistema Solar sospecharon de la dilación del plazo extra, y fue entonces cuando Jesús, en su sabiduría, decidió imponer una condición a los hombres y las naciones de la vanguardia terrestre. Según la imposición de Cristo, las naciones más desarrolladas y responsables de la Tierra deberían aprender a soportarse unas a otras, respetando las diferencias entre ellas, absteniéndose de lanzarse a una guerra de exterminio nuclear. 

La faz de la Tierra debería evitar a toda costa la llamada III Guerra Mundial. Según la deliberación de Cristo, si, y únicamente en ese caso, si las naciones terrenas, durante este período de 50 años, aprendiesen el arte de la buena convivencia y de la fraternidad, evitando una guerra de destrucción nuclear, el mundo terrestre estaría por fin admitido en la comunidad planetaria del Sistema Solar como mundo en regeneración. ¡Ninguno de nosotros puede anticipar, Geraldinho, los adelantos que pueden producirse a partir de esa fecha de julio de 2019, conque solo sepamos defender la paz entre nuestras naciones más desarrolladas y cultas!” 

Pregunté a Chico entonces a qué adelantos se refería y me contestó: “Nosotros alcanzaremos la solución para todos los problemas de orden social, como la solución para la pobreza y el hambre, que serán extinguidas; habremos descubierto la cura de todas las enfermedades del cuerpo físico por la manipulación genética en los adelantos de la Medicina; el hombre terrestre tendrá amplio y total acceso a la información y a la cultura, que se hará más generalizada; también nuestros hermanos de otros planetas más adelantados tendrán permiso expreso de Jesús para presentársenos abiertamente, colaborando con nosotros y ofreciéndonos tecnologías nuevas, hasta entonces inimaginables para nuestra fase actual de desarrollo científico; habremos de fabricar aparatos que nos facilitarán el contacto con las esferas desencarnadas, haciendo posible nuestra añorada conversación con los seres queridos que ya han partido para ultratumba; en fin, estaríamos ante un mundo nuevo, una nueva Tierra, una gloriosa fase de espiritualización y belleza para los destinos de nuestro planeta.” 

Fue entonces cuando, haciendo las veces de abogado del diablo, le pregunté: Chico, hasta ahora me has hablado únicamente de la mejor hipótesis, que es esa en que la humanidad terrestre permanecería en paz hasta el fin de aquel período de 50 años. Pero ¿y si ocurre el caso de que las naciones terrestres se lancen a una guerra nuclear? “¡Ah! Geraldinho, en caso de que la humanidad encarnada decida seguir el infeliz camino de la III Guerra mundial, una guerra nuclear de consecuencias imprevisibles y desastrosas, entonces la propia madre Tierra, bajo los auspicios de la Vida Mayor, reaccionará con violencia imprevista por nuestros hombres de ciencia. 

El hombre empezaría la III Guerra, pero quienes la terminarían serían las fuerzas telúricas de la naturaleza, de la propia Tierra, harta de los desmanes humanos, y nos enfrentaríamos entonces a terremotos gigantescos; maremotos y olas (tsunamis) consiguientes; veríamos la explosión de volcanes extinguidos hace mucho; nos enfrentaríamos a deshielos arrasadores que avasallarían los polos del globo con trágicos resultados para las zonas costeras, debido a la elevación de los mares; y, en este caso, las cenizas volcánicas asociadas a las irradiaciones nucleares nefastas acabarían por volver totalmente inhabitable todo el Hemisferio Norte de nuestro globo terrestre.”Pero ¿qué pasaría específicamente con Brasil? Según el médium, “en ambas situaciones Brasil cumplirá su papel en el gran proceso de espiritualización planetaria. 

En la mejor de las hipótesis, nuestra nación crecerá en importancia sociocultural, política y económica para ante la comunidad de las naciones. No solo seremos el granero alimenticio y de materias primas para el mundo, sino además la gran fuente energética, con el descubrimiento de enormes reservas petrolíferas que harán de la Petrobrás una de las mayores empresas del mundo. Brasil crecerá a pasos agigantados y ocupará importante papel en el escenario global; esto traerá como consecuencia la elevación de la cultura brasileña al escenario internacional y, a remolque, los libros del Espiritismo Cristiano que aquí han tenido suelo fértil en su desarrollo, llegarán a ser de interés también para las demás naciones. Ahora bien, caso ocurra la peor hipótesis, en la cual el Hemisferio Norte se vuelve inhabitable, grandes flujos migratorios se formarían entonces hacia el Hemisferio Sur, donde se sitúa Brasil que, entonces, sería llamado más directamente a desempeñar su papel del Patria del Evangelio, siendo ejemplo de amor y renuncia, de perdón y comprensión espiritual para ante los pueblos migrantes. 

La Nueva Era de la Tierra, en este caso, tardaría más tiempo en llegar con todo su esplendor de conquistas científicas y morales, porque sería necesario otro largo período de reconstrucción de nuestras naciones y sociedades, obligadas a reorganizarse en sus fundamentos más básicos.” Según lo que Chico me reveló, lo que quedase de la ONU acabaría por decidir la invasión de las naciones del Hemisferio Sur, incluyendo aquí obviamente el Brasil y lo restante de América del Sur, Australia y el sur de África, a fin de que nuestras naciones fuesen ocupadas militarmente y divididas entre los supervivientes del holocausto en el Hemisferio Norte. Ahí es cuando nosotros, los brasileños, seríamos llamados a dar ejemplo de verdadera fraternidad cristiana, comprendiendo que nuestros hermanos del Norte, aunque invasores “manu militari”, no dejarían de estar sobrecargados y afligidos por las consecuencias nefastas de la guerra y de las hecatombes telúricas, y, por tanto, aun así, deberían ser considerados hermanos nuestros del camino, necesitados de apoyo y amparo, comprensión y amor. 

En ese punto de la conversación, Chico hizo una pausa narrativa y completó: “Nuestro Brasil como lo conocemos hoy será entonces desfigurado y dividido en cuatro naciones distintas. Solamente una cuarta parte de nuestro territorio permanecerá siendo nuestro y a los brasileños solo les quedarán los Estados del Sureste, añadidos a Goiás y al Distrito Federal. Los norteamericanos, canadienses y mejicanos ocuparán los Estados de la Región Norte del País, en sintonía con Colombia y Venezuela. 

Los europeos vendrán a ocupar los Estados de la Región Sur del Brasil, uniéndolos a Uruguay, Argentina y Chile. Los asiáticos, en especial los chinos, japoneses y coreanos, vendrán a ocupar nuestro Centro-Oeste, en conexión con Paraguay, Bolivia y Perú. Y, por último, los Estados del Nordeste brasileño serán ocupados por los rusos y los pueblos eslavos. Nosotros no podemos olvidar que todo ese intrincado proceso tiene su ascendencia espiritual y estamos obligados a reconocer que tenemos mucho que aprender con los pueblos invasores. 

Veamos, por ejemplo: los norteamericanos pueden enseñarnos el respeto a las leyes, el amor al derecho, a la ciencia y al trabajo. Los europeos, de forma general, podrán traernos el amor a la filosofía, a la música erudita, a la educación, a la historia y a la cultura. Los asiáticos podrán incorporar a nuestra gente sus más altas nociones de respeto al deber, a la disciplina, al honor, a los ancianos y a las tradiciones milenarias. 

Y, entonces, por último, nosotros los brasileños les ofreceremos a ellos, nuestros hermanos en la carne, los más altos valores de espiritualidad que, por merced de Dios, atesoramos en el corazón fraterno y amigo de nuestra gente sencilla y humilde, esa gente buena que se ha reencarnado en la gran nación brasileña para dar cumplimiento a los designios de Dios y demostrar a todos los pueblos del planeta la fe en la Vida Superior, testimoniando la continuidad de la vida ultratumba y el ejercicio sereno y noble de la mediumnidad con Jesús.” Según Chico Xavier, Brasil no tendrá privilegios y sufrirá asimismo los efectos de terremotos y tsunamis, especialmente en las zonas costeras. Ocurre que, según el médium, el impacto por aquí será bastante menor si comparado con lo que sobrevendrá en el Hemisferio Norte del planeta. 

Otra decisión de los benefactores espirituales de la Vida Mayor fue la que determinó que, tras el amanecer del año 2000 de la Era Cristiana, los espíritus empedernidos en el mal y en la ignorancia ya no volverían a recibir permiso para reencarnarse en la faz de la Tierra. Reencarnarse aquí, a partir de esa fecha, equivaldría a un valioso premio justo, destinado tan solo a los espíritus más fuertes y preparados, que hayan sabido atesorar, en el transcurso de múltiples reencarnaciones, conquistas espirituales relevantes como la mansedumbre, la dulzura, el amor a la paz y a la concordia fraternal entre pueblos y naciones. 

Se insiere dentro de esa programación de orden superior la propia reencarnación del mentor espiritual de Chico Xavier, el espíritu Emmanuel, que, de hecho, vino a renacer, según informó Chico a varios amigos más cercanos, exactamente en el año 2000. Todos los demás espíritus, recalcitrantes en el mal, serían entonces, a partir de 2000, encaminados forzosamente a la reencarnación en mundos más atrasados, de expiaciones y pruebas asperísimas, o incluso en mundos primitivos, vivenciando aún la fase del hombre de las cavernas, para poder purgar sus desmanes y su insumisión a los designios superiores. Chico Xavier tenía conocimiento de esos mundos a donde esos espíritus renitentes estarían siendo deportados. 

Según él, el más grande de tales planetas se llamaría Kíron o Quíron. El propio Emmanuel, a través de Chico Xavier, respondiendo a una entrevista ya publicada en libro, nos dice que las profecías son reveladas a los hombres para que no se vean cumplidas. Son, en realidad, un gran aviso espiritual para que nos mejoremos, y alejemos de nosotros la hipótesis del peor camino.

viernes, 5 de julio de 2019

Profecía: Rusia, la tercera Roma


“La santa Iglesia apostólica, la de la Tercera Roma, la de tu reino,irradia bajo los cielos más ampliamente que el Sol. Y que tu potencia lo sepa, ¡oh! Zar bendito, que todos los reinos de fe cristiana se han fundido en el tuyo; que tu eres bajo los cielos el solo Zar cristiano. Mira, escucha, ¡oh! Zar bendito, esa cosa, que todos los reinos cristianos se han fundido en tu reino único; que dos Romas han caído; que la tercera existe, y que no habrá una cuarta.Tu reino cristiano no pasará a otro”.
Carta del monje Filoteo en 1524 d.C al Príncipe Basilio lll de Moscú.





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Moscú es la Tercera Roma. Y no habrá una cuarta". Esta famosa declaración, escrita en 1511 por el monje Filoteo al zar Basilio III, habla de dos Romas anteriores: la imperial e italiana, la primera Roma, y la oriental e imperial Constantinopla, la segunda. Moscú sería la heredera de esta tradición de imperio "y no habrá una cuarta Roma". 

La antigua convicción de que Moscú es la Tercera Roma es una constante de la historia rusa y la contrapone a la tendencia occidental de la misma historia. Pedro el Grande fundó Petrogrado (San Petersburgo, Leningrado) como una ciudad italiana del norte de Europa. Catalina La Grande trató de imponer una arquitectura neoclásica al país de las cúpulas bizantinas. La emperatriz se llamó a sí misma "La Semíramis" del Norte, y a su capital, "Palmira".

Que estas tendencias "occidentales" de la vieja Rusia chocaran con la posición "eslavista" que veía en Rusia un mundo aparte del Occidente, la reserva del mundo eslavo frente al resto de Europa, no es sino una manifestación aguda del secular conflicto ruso: ¿dónde termina Europa y empieza Rusia?, ¿es Rusia parte de Europa o aparte de Europa? La respuesta a esta pregunta ha enriquecido la literatura y promovido el debate. De Dostoievski a Solzhenitsin, Rusia es presentada como algo aparte, "La Tercera Roma", el país del dolor que se transforma en salvación, la nación portadora de la salud del alma.

Sólo que al mismo tiempo, Rusia se abre a la influencia de la filosofía alemana de Hegel (la historia culmina en el Estado) y de Marx (la historia culmina en la revolución internacional de la clase trabajadora). El Estado soviético se afirma y se debate entre el internacionalismo marxista y el nacionalismo eslavista. La Internacional Comunista expresa a aquél; el socialismo en una sola nación, a éste. Stalin trató de ser a la vez internacionalista y nacionalista. Al cabo, optó por la dictadura personal para resolver las oposiciones. Los partidos comunistas de Occidente conocen auge y decadencia (Francia, Italia). Los de oriente establecen dictaduras "proletarias" (China, Corea, Vietnam). Pero al cabo, se transforman en sistemas de capitalismo autoritario, en tanto que en el Occidente el comunismo se funde en una izquierda muy cercana a la social-democracia.

¿Y Rusia? La caída del rígido sistema post-stalinista dio lugar a una peculiar y muy difícil transición encabezada por Mijaíl Gorbachov. En una extraordinaria entrevista concedida a EL PAÍS, Gorbachov habla de acuerdos de transición con Occidente que Occidente no cumplió. La promesa norteamericana a Gorbachov de que la OTAN no se expandiría hacia el Este si Rusia apoyaba la unificación de Alemania ha sido violada. La debilidad (y frivolidad) del Gobierno de Yeltsin permitió que Rusia fuese parcialmente desmembrada y que el Occidente se instalara, con todo y misiles, en la antigua esfera de influencia soviética.

Gorbachov no anda con rodeos para decir que el gobernante georgiano, Saakashvili, no se hubiera movido si el Gobierno norteamericano no sólo lo autoriza, sino lo empuja, a invadir Osetia del Sur con armas proporcionadas por los EE UU. La respuesta de Putin desenmascara esta acción y permite a Rusia restablecer su zona de vigilancia en el Cáucaso. La respuesta occidental es tibia. McCain primero pedía una "liga de democracias" contra la Rusia de Putin. Después del conflicto del Cáucaso, se limita a pedir "oraciones". Obama, con tibieza también, se hace eco, y Bush, origen del conflicto, menea un tímido dedo para decir que "Rusia no puede salirse con la suya".

¿Cómo que no? Lo hizo y no existe, hoy, poder que se lo impida. La razón de Putin es clara y es histórica: Rusia ha regresado como gran potencia al escenario internacional y reclama una zona de seguridad que, a su entender, le había sido arrebatada por los EE UU y sus socios europeos. Moscú alega que su intervención en Georgia es comparable a la intervención occidental en Kosovo. Pero esto no explica ni excusa la sangrienta intervención rusa en Chechenia.

¿Autonomía de las antiguas repúblicas soviéticas o sometimiento a Moscú, la Tercera Roma? Éste es el dilema que limita, al cabo, la novedosa política de fuerza del zar Putin y le obliga, a la larga, a hacer un acomodo político tanto con Europa como con los EE UU de la era pos-Bush. Al cabo, Europa depende de la exportación de petróleo y gas rusos, y Rusia depende de que se lo compren.

En medio de estos intereses a la vez complementarios y opuestos, Gorbachov propone la creación de un Consejo de Seguridad Europea. Que Europa resuelva en la medida de sus fuerzas los problemas de Europa. Que los EE UU no demoren la agenda. "Reconocemos el poder de los EE UU, pero no su liderazgo", dice Gorbachov. "No tenemos por qué seguir las instrucciones norteamericanas".

Las palabras del padre del glásnost y de la perestroika confirman la nueva realidad internacional que una y otra vez he evocado en estos artículos. El unilateralismo ha terminado. Condoleezza Rice, que hace siete años declaraba que los EE UU no necesitaban amigos y se bastaban a sí mismos, hoy debe hacerle la corte a tiranos tan desagradables como Muammar el Gaddafi y reconocer, disfrazándolo para ingenuos, el fracaso de la absurda e innecesaria guerra de Irak.

¿Puede el próximo presidente de los EE UU devolverle a Washington un papel de fuerza constructiva y asociada al orden internacional -el legado de Roosevelt y Truman-?

¿Y puede Rusia encaminar su transición a un orden de libertades democráticas y alejada del autoritarismo mesiánico y nacionalista de la Tercera Roma?

Bush el ingenuo dijo que un día miró a los ojos de Putin y vio el alma del ruso. Putin debió reír. Para él, Rusia no tiene alma. Tiene intereses. Lo mismo dijo Foster Dulles de los EE UU después de la invasión de Guatemala.

Dos recientes acontecimientos nos hacen traer a la memoria el mensaje “Moscú III Roma”. El primero, la publicación, en Roma, Atenas, Estambul y Chipre, del documento que fue redactado en la reunión de la Comisión Mixta Internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa en conjunto que se celebró del 8 al 14 de octubre en Rávena (Italia). De conformidad con él, el obispo de Roma es considerado como el «primero» [protos] entre los patriarcas, tanto en las Iglesias de oriente como en las de occidente. Sin embargo, sus prerrogativas y funciones que se derivan de este primado deben ser estudiadas mejor para poder ser compartidas por ambas tradiciones cristianas. El segundo, la salida de la delegación ortodoxa rusa el primer día por razón del reconocimiento de la Iglesia autónoma de Estonia por parte del Patriarca de Constantinopla, con la oposición del Patriarca de Moscú.

I.- El significado de “Moscú III Roma, no habrá una IV Roma”.

Es el mensaje que hacia 1524 el monje Filoteo (en ruso Filofej), desde el monasterio Eleazar de Pskov, dirige al Gran Príncipe Basilio III (Vasilij) en una de sus cartas. “Desearía decir algunas palabras sobre el imperio ortodoxo existente de nuestro dominador; él es el único zar de los cristianos, el caudillo de la Iglesia Apostólica que, en lugar de estar en Roma y en Constantinopla, está en la bendita ciudad de Moscú. Ella sola brilla sobre todo el mundo más clara que el sol. Pues sábelo tú, piadoso: todos los reinos cristianos han pasado y en lugar de todos ellos está el reino de nuestro dominador, según los Libros proféticos; este es el imperio ruso, Pues dos Romas han caído, pero la tercera está en pié, y no habrá una cuarta”

¿Cómo así? Tomando pié de la mujer del Apocalipsis revestida de sol —así lo razonaba Filoteo— esta huyó de la antigua Roma, que cayó en la herejía apolinarista. Entonces, “la mujer huyó a la nueva Roma, que es la ciudad de Constantino. Pero tampoco allí halló descanso alguno, pues en el octavo Concilio se había unido a los latinos; la Iglesia de Constantinopla fue destruida. Entonces la mujer huyó a la tercera Roma, que es la nueva y grande Rusia […]”.

Frases estas que no pasaron de ser afirmaciones utópicas de un monje — por más que fueran el reflejo fiel de un pensar común compartido por el pueblo— durante el pacífico gobierno de Basilio III, hasta que se hicieron operativas bajo el activo e impulsivo Iván IV el terrible, llegando a cristalizar en una ideología político-religiosa. En efecto, de parte del Gran Maestre de la Orden Teutónica, por encargo del Papa, se hacen al gran príncipe, en 1517-19, proposiciones que intentan su entrada en la liga contra los turcos y la recuperación de su herencia bizantina. Más tarde, por parte del emperador Maximiliano II, se hace una propuesta parecida.

A su vez, desde la jerarquía ortodoxa, el Metropolita Macario, maestro de Iván IV, concibe la Iglesia rusa y la dinastía de zares de Moscú como legítimos sucesores del Imperio de Bizancio, de su Iglesia y dinastía. La verdad era que la Iglesia rusa se había hecho autocéfala en 1459, al reconocer el Sínodo de los Obispos rusos la elección del Metropolita Iona, sin contar con la aprobación de Constantinopla.

Más tarde, empero, vendría ya la erección oficial del Patriarcado ruso: en 1589, el Metropolita Job sería instituido patriarca. Para ello, se hace venir al patriarca de Constantinopla y se le obliga a firmar el documento institucional del Patriarcado y a instituir y consagrar al nuevo dignatario. En este documento, se recogen casi literalmente los asertos de Filoteo: “Pues la antigua Roma cayó a consecuencia de la herejía apolinarista. La segunda Roma, es decir, Constantinopla, ha sido subyugada por los hijos de Agar, los impíos turcos. Tu gran imperio ruso, piadoso dominador, la tercera Roma, las supera a todas en piedad, y todos los reinos piadosos están unidos en el tuyo, y tú solo bajo el cielo eres llamado Zar cristiano en todo el mundo entre todos los cristianos”.

Con todo, en la ideología de la “III Roma, el peso está manifiestamente en el elemento político-estatal. Junto al título de “III Roma”, se acuñó en Rusia la denominación de “segunda” o “nueva Jerusalén”. Y se añadió el concepto “Santa Rusia” que implicaba, durante el siglo XVI, una identificación de la esfera profana con la sagrada, es decir, una utópica equiparación de Iglesia y Estado.

II.- Consecuencia del título “III Roma” para el Patriarcado de Moscú en la época del comunismo soviético y en la época actual 

Ante la importancia tanto religiosa como política que iba asumiendo el Patriarca de Moscú, sobre todo si éste era de gran personalidad y valía, el zar Pedro I, para en todo caso soslayarla y así no tener nunca en frente un jerarca de tan enorme influencia, acometió dos empresas. Una, suprimir el Patriarcado y, en su lugar, erigir el Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa totalmente controlado por él y, segundo, trasladar la capital del Imperio a San Petersburgo (nombre bien alemán).

También curiosamente, con la caída del Régimen zarista, en 1917, la Iglesia se emancipó de la tutela del Estado, pero a la vez perdió el gran apoyo de que gozaba. No obstante y a pesar de la enérgica oposición debida a que para muchos la institución del Patriarcado era una idea “papista”, acabó por elegirse al Patriarca el 5 de noviembre de 1917 en la persona del Metropolita Tijón de Moscú.

Al poco tiempo daba comienzo una violenta persecución contra la Iglesia y la religión, que cesará a comienzos de 1939, con lo que de 80 a 85% de los clérigos de la época pre-revolucionaria desaparecieron. A la vez, las catedrales de San Basilio y las del Kremlin de Moscú fueron convertidas en museos del ateísmo. Incluso, algunas fueron demolidas como la Catedral de Cristo Salvador (erigida en el siglo XIX en señal de gratitud por la victoria sobre Napoleón), y la Catedral de Nuestra Señora de Kazán, del siglo XVII.

Con la invasión de los ejércitos del Reich, el 22 de abril de 1941, se vuelve a acudir, como otrora en 1806 en tiempos de los zares, a la Santa Rusia y a su Iglesia. El Santo Sínodo se dirige al entonces líder soviético expresándole estos deseos: “Que Dios otorgue a nuestra querida patria una pronta victoria, y dé muchos años de vida a nuestro muy amado caudillo y general en jefe, José Stalin”.

Tras la victoria rusa sobre Alemania, el gobierno soviético llegó a establecer una coexistencia pacífica con la Iglesia Ortodoxa, mientras que perseguía a los católicos, en especial a los de Rito Oriental (llamados frecuentemente “rutenos”, prefiriendo estos ser llamados “ucranianos”). Y el Patriarcado de Moscú fue usado —como subraya De Vries— como instrumento para suprimir a las Iglesias Unidas con Roma. En forma equivalente se procedió en Rumanía.

Con la caída del comunismo se celebró el milenario del cristianismo en 1988, conmemorando la fecha en que Vladimir, al contraer matrimonio con la hermana del emperador Basilio II, se bautizó, adoptando oficialmente la religión del Imperio Bizantino como religión estatal para el reino de Rus. Tres años después se iniciaron las conversaciones entre la Iglesia Ortodoxa de Moscú y la Iglesia rusa en el exilio, para la reunificación el 25 de diciembre de 1991 y terminaron el jueves 17 de mayo de 2007 “con la firma en la Catedral de Cristo Salvador en Moscú (reconstruida en 1994 durante el mandato del presidente Boris Yeltsin) del "Acta de comunión canónica" entre el Patriarca Alexei II (Patriarcado de Moscú y toda Rusia) y el Metropolitano Lavr (Iglesia Rusa en el exilio), histórico evento que contó con la presencia del presidente ruso Vladimir Putin y otras destacadas personalidades de ese país, poniendo fin a casi 90 años de cisma”. Por ella, se reconoce su autonomía, pero la elección del Metropolita requerirá la ratificación del Patriarca y de su Sínodo”.

*** Con esta concepción de “Moscú III Roma” es cómo puede explicarse la reacción del Patriarcado moscovita ante el ejercicio de jurisdicción del Patriarca de Constantinopla, reconociendo la autonomía de la Iglesia ortodoxa de Estonia, y la consiguiente súbita partida de la delegación rusa del encuentro iniciado en Rávena.