El hecho ocurrió en la ciudad de Puebla, México. Una noche en la que Heriberto G. se encontraba solo en su casa, sentado en la cama, en pijama, viendo la televisión. De repente, vio en frente de él a un individuo alto, rubio de buena presencia, que lo miraba fijamente. No sintió miedo; Unicamente le asalto la duda de como aquel sujeto había logrado entrar a su casa, pues ya todas las puertas estaban cerradas. Resulto que el individuo era un Extraterrestre y que venia a invitarlo a dar un paseo por el espacio. Le prometió que no le pasaría nada y que dentro de un rato estaría de vuelta.
Heriberto estuvo de acuerdo y sólo le pidió unos instantes para poder vestirse. El visitante le dijo que no hacía falta, porque nadie lo vería. Heriberto insistió, pues vivía en una calle bien céntrica y, aunque ya era muy tarde, no quería encontrarse con ningún conocido que lo viese en pijama. Al salir de la casa pudo darse cuenta de que, en realidad, nadie los veía, porque ¡eran invisibles! Cuando iban por la acera, le dio un codazo a un transeúnte, para comprobar cómo reaccionaba y observó cómo el sujeto miraba a todas partes para ver quién lo había golpeado, pero no veía a nada. Efectivamente lo llevaron a dar un paseo por el espacio. Pudo, en pocos instantes, contemplar la Tierra desde un gran distancia, y al cabo de un rato, acompañado siempre por el extraño visitante, estaba de nuevo en su casa. A partir de entonces, entabló una buena relación con sus amigos los «Extraterrestres».
Con el tiempo Heriberto decía seguir teniendo contacto con sus amigos, pero cada vez sus facultades mentales se iban deteriorando ( Es importante destacar, que era una persona culta, y que tenia a su cargo dos fabricas de cerámicas.), y al poco tiempo desapareció sin dejar rastro alguno, por más que se trato de encontrar su paradero, no se encontró ninguna pista, incluso ni siquiera su propio hijo, se puede explicar como desapareció su padre.
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