Este hecho ocurrió el día domingo, 18 de Diciembre de 1977, cuando Miguel Herrero, de Alcalá de Henares (Madrid España), de 34 años de Edad, conductor de profesión, decidió ir a pescar a los pantanos de Buendía. Eran la 5:30 de la mañana cuando emprendió el viaje, iba solo en su automóvil, camino en la carretera todo era normal, hasta llegar al cruce con la carretera de Peñalver, siendo aún de noche, de repente se le apagaron todos las luces de su vehículo, en un principio pensó que se habían quemados los fusibles del sistema eléctrico, luego se extraño por que también estaban apagadas las luces del tablero, que funcionan con un sistema independiente a las luces exteriores, al bajar del vehículo para revisar los fusibles se dio cuenta que estaban en perfecto estado, al ignorar que era lo que sucedía decidió sacar el vehículo del camino para no provocar un accidente, ya que todavía era de noche. Una vez con el vehículo fuera de la carretera, encendió la calefacción, con el fin de esperar allí hasta el amanecer y seguir luego hasta Sacedón.
Entonces fue cuando vio en el campo, como a veinte metros, una gran sombra que en un principio pareció una casa, pero el ya conocía el lugar y sabía que no existía casa alguna, pensó que podía ser un camión estacionado, sin darle mayor importancia, vio un haz de luz dirigido directamente hacia el parabrisas de su automóvil, al mismo tiempo que alguien le gritaba, «Oiga... oiga... Señor, el del automóvil.»
Miguel H. se sobresaltó pero enseguida pensó que se podía tratar de alguien pidiendo ayuda desde el vehículo. Así que bajo y se dirigió hacia la luz, al ir acercándose se dio cuenta que no se trataba de un vehículo, puesto que tenía medidas mucho más grandes que cualquier camión u otro vehículo terrestre conocido por él, se detuvo y comenzó a percibir un olor parecido al de un pinar en las mañanas, pero el olor era tan fuerte que le provoco náuseas y mareos; pero cayo al suelo ya que entre la bruma vio a dos hombres vestidos con ropas blancas que se acercaban.Aunque no perdió la conciencia no podía caminar, y estos hombres lo sujetaron fuertemente por brazos y lo llevaron a ese extraño vehículo, a partir de ese momento para Miguel H. todo es muy confuso. El recuerda haber estado dentro, solo unos 10 a 15 minutos, cuando en realidad fueron tres horas dentro del vehículo, cilíndrico, que parecía un sombrero, con una pequeña puerta corredera, que la abrirse se iluminó toda la parte inferior del artefacto, excepto un anillo al rededor « lo que serian las alas del artefacto », Miguel teniendo de referencia su propio cuerpo de 1,65 metros, calculó las dimensiones del artefacto:
-La nave medía unos 10 metros desde la base del cilindro hasta el techo, el cilindro inferior, media unos 3 metros y medio de altura por unos 3 de diámetro. -La sala donde el estaba media unos 16 a 18 metros de diámetro.
-El anillo o «alas» podría medir de 2 a 3 metros. La cabina de los pilotos era una pieza circular de entre 10 a 18 metros de diámetro, iluminada con luz blanca proveniente del techo y las paredes.
Alrededor de las paredes (cinco), separados por una especie de mostradores transparentes, de unos 2 metros y medio de largo, por 1,80 metros de ancho y 1,80 de alto, dentro del cual había una cama de 90 centímetros de ancho y dos pequeños armarios metálicos. En cada consola un sinfín de luces y palancas. Frente a la consola, por encima del aparato de TV, la pared se hacia transparente a voluntad del operador.
La tripulación estaba compuesta por 16 Humanoides, de aspecto exactamente igual al nuestro. Pero la sorpresa más grande fue cuando uno de los que controlaba la nave se dio vuelta hacia el y fue como si estuviera viéndose al espejo. El tripulante media alrededor de 1,60 metros de cabellos castaños y ojos azules, eran tan parecidos que incluso la cicatriz que Miguel tenia en la mejilla izquierda, este humanoide la presentaba a la derecha. Miguel dio un paso hacia delante para tocarlo y asegurarse de que no era un reflejo, pero el que parecía ser el jefe se lo impidió, diciéndole que no lo tocara, ya que era su negativo y esto haría que los dos se destruyeran. Miguel H. confesó que al principio no supo asimilar lo que le estaba ocurriendo, ya que en solo unos minutos se había visto envuelto en un sinfín de acontecimientos extraños, y tenia la sensación de que en cualquier momento los nervios le iban a estallar. Y como si hubiesen adivinado sus pensamientos el que estaba a su lado le dijo: «No te esfuerces, pues si alguien no te lo explica, no lo entenderías nunca.».
Miguel Herrero, mientras todo el tiempo que estuvo en la nave no articulo ni una sola palabra, y menos estos seres, pero en los oídos de Miguel las palabras resonaban como si estuvieran teniendo una conversación normal. Miguel pudo recordar lo que le hablaron dentro de la nave:
Que ellos y la nave se desmaterializaban a su propia voluntad, que no llevaban armas, ya que no las necesitaban porque sólo con crear un campo magnético al rededor de la nave nadie podría acercarse; le explicaron vienen a este planeta desde hace 3.000 años, y que la ruta la encontraron de casualidad, también dijeron que aquí se encontraron con que vivían gentes del espacio exterior, y más específicamente que en el Perú habían vivido otras razas de seres extraterrestres; que estaban realizando experimentos para crear una raza que se fusionara con la raza terrestre.
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