Tan recurrente ha sido en el cine y la literatura la figura del Diablo como la del Anticristo, el falso Mesías, que negará a Dios y seducirá al hombre con engaños y mentiras. En realidad, la palabra "anticristo", procedente del griego, puede tener varias acepciones: en primer lugar, aquél que está "en contra de Cristo", oponiéndose por ende a la palabra de Dios; en segundo lugar, aquél que vendrá "en lugar de Cristo", tomando su lugar como falso Mesías.
La Biblia utiliza también a menudo este término para aludir, por extensión, a todos aquellos cristianos falsos que se habían separado de los "verdaderos creyentes". No habiendo experimentado una conversión genuina al Evangelio, estos anticristos predican un evangelio distinto y falso, siendo apóstoles de Satanás, falsos profetas que están por tanto en contra de la palabra de Dios y esperan la llegada de aquél que ha de guiarles y liderarles, el gran Anticristo. La Biblia advierte del advenimiento de una rebelión, una apostasía, una separación de la fe. Aprovechando la incredulidad y la duda existentes, se revelará este "gran Anticristo", el cual engañará a las naciones para establecer un imperio a las órdenes de Satán, creando una religión sin Redentor, una "Iglesia" sin Cristo y un culto sin la Palabra de Dios.
Aunque únicamente se encuentran referencias a la palabra "anticristo" en las epístolas de San Juan, se han encontrado paralelismos más o menos equívocos en los libros del Apocalipsis, así como en las Epístolas de San Pablo, en los Evangelios y en el Libro de Daniel. El Anticristo ha sido identificado en el Apocalipsis como una bestia escarlata con diez cuernos y siete cabezas (13:1) y también como una bestia con dos cuernos de cordero y verbo sibilino, como el de una serpiente (13:11). Sin embargo, parece existir unanimidad en los círculos eclesiásticos en que el Anticristo no será un demonio, ni tampoco el Diablo encarnado, sino una persona individual, un enemigo de Cristo, de ahí que se le identifique también con una cruz, aunque en este caso invertida, utilizada como símbolo de blasfemia y rechazo a Jesucristo y toda la Cristiandad. Por ser un concepto cristiano, la palabra 'anticristo' aparece únicamente en el Nuevo Testamento.
Aunque se le asocia con numerosas menciones de enemigos de cierto tipo, en los Evangelios, el Apocalipsis y las Cartas de Pablo, solamente en las Cartas de Juan se hace mención explícita de la palabra 'anticristo'. De hecho, aquí se hace en plural, y se menciona que los anticristos son todos aquellos que van en contra de lo que Jesús enseñó, y por lo tanto incluso los cristianos que no viven con coherencia su fe se convierten en 'anticristos'.
En los Evangelios, Jesús les advierte a sus discípulos que llegarán muchos haciéndose pasar por falsos Mesías y salvadores, pero que no les crean. No se menciona nunca que se trate de un o unos Anticristos.
En el Apocalipsis se menciona a la Bestia cuyo número es 666, y que realiza actos de terror y dominio sobre la humanidad. Tampoco se menciona que se trate del Anticristo.
En las Cartas de Pablo, este se limita a dar las características que Juan da de los anticristos, pero sin usar esta palabra.
Según las creencias cristianas el Anticristo aparecerá en la forma de un hombre controlado por Satanás, el enemigo supremo personal de Dios. Se le dan diversos nombres como el Hombre de Pecado, Hijo de la Perdición, la [[Bestia (según una equivalencia entre este personaje del Apocalipsis y el Anticristo), la Abominación Desoladora, etc.
Su aparición, según las explicaciones ad hoc del fundamentalismo cristiano, se deberá a diversos factores como un auge mundial sin precedentes en materia de ocultismo, decadencia en la moral y los valores. Posteriormente perseguirá a aquellos que hallan sido dejados atrás en el rapto de la Iglesia y que reciban la salvación de nuestro Señor Jesucristo, en un periodo llamado «La Gran Tribulación», que será igualmente de proporciones siniestras y finalmente impondrá la Marca de la Bestia (el 666) (de nuevo, siguiendo el lenguaje simbólico del Apocalipsis).
Al final de su dominio en la Humanidad, el anticristo sería derrotado por las fuerzas celestes comandadas por Jesucristo, quienes lo lanzarán al lago de fuego.
La Biblia utiliza también a menudo este término para aludir, por extensión, a todos aquellos cristianos falsos que se habían separado de los "verdaderos creyentes". No habiendo experimentado una conversión genuina al Evangelio, estos anticristos predican un evangelio distinto y falso, siendo apóstoles de Satanás, falsos profetas que están por tanto en contra de la palabra de Dios y esperan la llegada de aquél que ha de guiarles y liderarles, el gran Anticristo. La Biblia advierte del advenimiento de una rebelión, una apostasía, una separación de la fe. Aprovechando la incredulidad y la duda existentes, se revelará este "gran Anticristo", el cual engañará a las naciones para establecer un imperio a las órdenes de Satán, creando una religión sin Redentor, una "Iglesia" sin Cristo y un culto sin la Palabra de Dios.
Aunque únicamente se encuentran referencias a la palabra "anticristo" en las epístolas de San Juan, se han encontrado paralelismos más o menos equívocos en los libros del Apocalipsis, así como en las Epístolas de San Pablo, en los Evangelios y en el Libro de Daniel. El Anticristo ha sido identificado en el Apocalipsis como una bestia escarlata con diez cuernos y siete cabezas (13:1) y también como una bestia con dos cuernos de cordero y verbo sibilino, como el de una serpiente (13:11). Sin embargo, parece existir unanimidad en los círculos eclesiásticos en que el Anticristo no será un demonio, ni tampoco el Diablo encarnado, sino una persona individual, un enemigo de Cristo, de ahí que se le identifique también con una cruz, aunque en este caso invertida, utilizada como símbolo de blasfemia y rechazo a Jesucristo y toda la Cristiandad. Por ser un concepto cristiano, la palabra 'anticristo' aparece únicamente en el Nuevo Testamento.
Aunque se le asocia con numerosas menciones de enemigos de cierto tipo, en los Evangelios, el Apocalipsis y las Cartas de Pablo, solamente en las Cartas de Juan se hace mención explícita de la palabra 'anticristo'. De hecho, aquí se hace en plural, y se menciona que los anticristos son todos aquellos que van en contra de lo que Jesús enseñó, y por lo tanto incluso los cristianos que no viven con coherencia su fe se convierten en 'anticristos'.
En los Evangelios, Jesús les advierte a sus discípulos que llegarán muchos haciéndose pasar por falsos Mesías y salvadores, pero que no les crean. No se menciona nunca que se trate de un o unos Anticristos.
En el Apocalipsis se menciona a la Bestia cuyo número es 666, y que realiza actos de terror y dominio sobre la humanidad. Tampoco se menciona que se trate del Anticristo.
En las Cartas de Pablo, este se limita a dar las características que Juan da de los anticristos, pero sin usar esta palabra.
Según las creencias cristianas el Anticristo aparecerá en la forma de un hombre controlado por Satanás, el enemigo supremo personal de Dios. Se le dan diversos nombres como el Hombre de Pecado, Hijo de la Perdición, la [[Bestia (según una equivalencia entre este personaje del Apocalipsis y el Anticristo), la Abominación Desoladora, etc.
Su aparición, según las explicaciones ad hoc del fundamentalismo cristiano, se deberá a diversos factores como un auge mundial sin precedentes en materia de ocultismo, decadencia en la moral y los valores. Posteriormente perseguirá a aquellos que hallan sido dejados atrás en el rapto de la Iglesia y que reciban la salvación de nuestro Señor Jesucristo, en un periodo llamado «La Gran Tribulación», que será igualmente de proporciones siniestras y finalmente impondrá la Marca de la Bestia (el 666) (de nuevo, siguiendo el lenguaje simbólico del Apocalipsis).
Al final de su dominio en la Humanidad, el anticristo sería derrotado por las fuerzas celestes comandadas por Jesucristo, quienes lo lanzarán al lago de fuego.
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