miércoles, 28 de enero de 2009

Nostradamus


Profecía de la Cuarta Fatídica de Nostradamus, las profecías que Nostradamus sentenció en sus Centurias para el tercer milenio, catástrofes, tiempos de paz, Cuarteta fatídica

El año mil novecientos noventa y nueve
siete mes,
Del cielo vendrá un gran Rey de españa:
Resucitar el gran Rey de cuna Angélica,
Antes, después Marte, reinar en buena
hora.

Muchos han especulado sobre este augurio concreto del profeta francés, y cuando se entra en el terreno de la especulación es muy fácil equivocarse. El interpretar sus predicciones aisladamente ha llevado a bastantes al error. Basándose en esta cuarteta 72 de la Centuria X, que corresponde a la Profecía 989 del libro “¡NOSTRADAMUS DESPIERTA!”, y que contiene en su primer verso una fecha determinada, julio de 1999, han dado por hecho que el vidente de Salon se refería al final del mundo, a la caída de un asteroide que acabaría con la Tierra, al eclipse y a todo lo que se les ha ocurrido. Así, por las buenas. Todo falso.

Realmente, esta cuarteta la puso Nostradamus para marcar un tiempo “stop”. Si se observa la fecha en cuestión se verá que, en 1999, el número 1 es el símbolo de la Divinidad, como el 9 lo es de la Humanidad. Julio es el mes 7 del año y el 7 simboliza, entre otras cosas, “la plenitud”. Significa, pues, este verso, que ya se ha llegado al tiempo límite concedido por la Divinidad a los hombres para reflexionar sobre su forma de obrar y rectificar su conducta maligna. Quiere decir que la paciencia de Dios ya se ha terminado y ahora la Humanidad tendrá que enfrentarse a los efectos de las causas que ha provocado. Es el momento en que el Sumo Hacedor ha dicho “Alto” al proceder inicuo de esta raza, que se verá forzada a recolectar los frutos amargos de su obra perversa.

A partir de ese mes, como el hombre no ha rectificado su conducta maligna, comenzó el ocaso de esta Humanidad, simbolizado en el eclipse solar. Desde ese momento, las cosas irían de mal en peor, y ya se está viendo con los terremotos de Turquía, Grecia, Taiwán, México, los Ángeles, el huracán Irene, inundaciones en diversos lugares, genocidio en Timor, guerra en Chechenia, desastres de todo tipo, despertar de volcanes, y un largo etc. Lo que viene de camino, hasta el final de todo, será cada vez más amargo y desolador.

Ya en esta situación, el resto de la cuarteta no se refiere, como comentan algunos, a la venida de un astro de terror, ni al de Angulema, ni al gran Mongol. La palabra “Angolmois”, del texto francés, es una fusión del apócope de “Angelique”, Angélico, y “mois”, cuna. El profeta escribió “Angelmois”, cuna Angélica. 

Por tanto, alude a que, en ese tiempo de julio de 1999, comienzan a hacerse los preparativos de la Venida del Hijo del Hombre, el Rey de Cuna Angélica, el que dijo “Mi Reino no es de este mundo”, que será esplendorosa, pero llevará el terror a muchos, pues el Rey del Cielo vendrá escoltado por las milicias celestes en miles de platillos volantes (los “caballos blancos” del Apocalipsis), y numerosa gente temerá una invasión Extraterrestre, tras la psicosis creada por tantos partidarios de confundir. Antes y después de esta Parusía habrá guerra, y luego Jesús reinará en buena hora con los Justos en el Mundo Nuevo. Es de desear que esta cuarteta, considerada hasta hoy como “fatídica”, quede definitivamente aclarada.

Profecía de la "Tierra Amenazada y la Falsa Paz"

Muy pocos son los que han querido darse cuenta de la terrible amenaza que se cierne sobre la Tierra. Un planeta acosado por genocidios diabólicos, con el riesgo continuo de una nueva hecatombe mundial. En los albores del III Milenio, la morada madre está devastada por la destrucción y el saqueo de sus recursos naturales. 

Víctima de la irracionalidad de las irresponsables concentraciones humanas, de los excesos de los que tienen de sobra de todo y oyendo el clamor de tantos que no tienen nada. Todas las profecías hablan de una Tierra amenazada por la saturación del deseo sensual, obsceno y lujurioso, por una civilización mecanizada carente de objetivos superiores, hostigada por la falta de amor, por la implacable corrupción de la inocencia, porque murieron los ideales de muchos y ya no hay esperanza entre los hombres.

- ¿Quiénes tienen la culpa?

- ¿Quiénes son los responsables?

- ¿Quiénes son los que van a pagar por ello?

- ¿Tan difícil de comprender es esto?

LA FALSA PAZ

Las mil cuartetas que componen la obra esencial de Nostradamus están colocadas en su totalidad, en “¡NOSTRADAMUS DESPIERTA!”, en riguroso orden cronológico, desde el año 1.556 hasta el Fin de esta Humanidad, ya muy cercano. La Historia ya ha confirmado 820 de esas cuartetas, y en las 180 restantes el vidente francés profetiza un inquietante futuro en el que, entre otros acontecimientos estremecedores, sucederán:


1.- Una guerra en el Mediterráneo entre cristianos, árabes e israelitas. 

2.- El asesinato del Rey Juan Carlos I de España. 

3.- Un Golpe de Estado que acabará con la democracia española. 

4.- La Tercera Guerra Mundial asolará al mundo. 

5.- Los Papas “De Gloria Olivae” y Juan Pablo, que reinarán a la vez, serán asesinados, después que Caros Vojtyla abandone la sede romana y la traslade a otro lugar. 

6.- París, Roma, Nueva York, Los Ángeles, San Francisco y otras grandes ciudades serán destruidas por guerras o cataclismos. 

7.- Guerra entre China y Occidente. 

8.- La Segunda Venida de Jesús. 

9.- Una gran manifestación Extraterrestre. 

10.- Final del Anticristo. 

11.- Descenso de la gran cosmonave “La Nueva Jerusalén”. 

12.- Rescate y evacuación de los Elegidos. 

13.- Oscurecimiento del Sol y de la Luna. 

14.- Venida del gigantesco astro “Hercólubus”, que variará el Eje de la Tierra y será el detonador del final de esta raza. 

El tiempo transcurre en relativa calma por ahora, pero es una calma aparente cuando estamos llegando a los comienzos del III Milenio. En el fondo de los corazones de los hombres anida el odio y la venganza. Está muy cercano el día, entrado ya el año 2.000, en que este odio acumulado se desbordará y causará estragos en los moradores de este mundo, porque la maldad está oculta en el interior de muchos, que ya tienen planeado utilizar sus inventos bélicos para dominar y matar a seres inocentes. Ya nada les detendrá, aunque caerán aplastados por esa perversidad que ellos mismos han ido alimentando en su osadía y temeridad, al querer conseguir algo, que sólo con amor y humildad se puede lograr. Los buenos se purificarán. Los malos, se perderán. Tómese nota de esta advertencia.

Profecía del "Hercólubus"

La Profecía 996 (Centuria I, cuarteta 84), que se refiere al Oscurecimiento del Sol y de la Luna, dice así: 

La Luna oscurecida en profundas
tinieblas,
Su hermano (el Sol) pasará a estar de
color ferruginoso,
El grande oculto largo tiempo bajo
las tinieblas,
Entibiará hierro en la presa
sanguinolenta. 

El defecto luminoso dará lugar a los días de oscuridad, en los que el gran planeta Hercólubus dejará de estar escondido en las tinieblas estelares, para, después de más de 25.000 años, aparecer de nuevo y arrastrar con su masa de hierro magnetizado las Almas de los impíos muertos en esos días en que ya no brillarán las luminarias del cielo, arrastrándolas con él para que comiencen de nuevo la ascensión espiritual en su hábitat primario. 

El astro Hercólubus ya ha sido detectado por la Ciencia terrestre, aunque casi todos los científicos lo han ocultado. En el Canal 4 de la Televisión de Puerto Rico, el 28 de junio de 1.999, el Sr. Carlos Muñoz Ferrada, prestigioso astrónomo, sismólogo y científico de Chile, dio a conocer las características de este “Planeta-Cometa”: 1ª.- Tiene órbita elíptica como cometa y gran masa como planeta, o sea un planeta con cola. 2ª.- Se acerca cargado de energía cósmica. 3ª.- No cumple con las leyes celestes establecidas. 4ª.- Viaja entre nuestro Sol y un Sol Negro que se encuentra a 32 billones de Kms. 5ª.- Pasará a 14 millones de Kms. de la Tierra. 6ª.- Terminará por penetrar en nuestro Sistema Solar y podrá ser visto a simple vista y fotografiado. 7ª.- Su llegada causará un cambio geofísico y humano, trayendo el cambio y la destrucción.

Profecía de los "Tiempos Finales"

Nos acercamos al Tercer Milenio y al año final del siglo XX. Ya entramos en la Era de Acuario hace algún tiempo. Ahora, todo será como un parto venturoso: primero el dolor y luego el gozo por el hombre nuevo. Pero, no hay que olvidar que fue dicho y escrito: “Los vivos tendrán envidia de los muertos por las terribles cosas que tendrán que contemplar. Hay que leer las profecías 999 (X-98) y 1.000 (II-45) de Nostradamus, que hablan de la Tierra sin Luz y del Fin de la Generación homicida, respectivamente, para comprender que el cambio de Ciclo de esta Humanidad, que podía haber sido armonioso, será terrible y traumático. Sólo se salvarán los Designados. Los demás, morirán. Eso debe quedar claro. Esos Elegidos rescatados serán los que, una vez purificada la Tierra, volverán y renovarán la raza humana, formando una nueva Generación que sabrá vivir con Justicia, Amor, Paz y Fraternidad Universal. Así, durante mil años aproximadamente. Luego, volverá a ser soltado el Tentador.

Todos los profetas hablan de esa Era de Oro, que será después de los años de la Gran Tribulación, de purificarse este mundo y de estar en condiciones de ser, de nuevo, habitable. Fijar un año concreto que determine el momento del comienzo de la purificación y de la renovación es difícil, pues esto está sujeto a los flujos y reflujos del comportamiento de esta Humanidad que, como colectivo tiene un gran poder. Parravicini marca a partir del 2.002. Juan XXIII sobre el 2.003. El calendario maya, el 2.012. Nostradamus le dice a Enrique II que “cuando sea renovado otro Ciclo de Saturno” (en la primera década del III Milenio). Hágase un promedio y tal vez podrá intuirse una fecha aproximada, siempre cerca ya. De todas formas, no es bueno dejarse condicionar por el tiempo, sino considerar los hechos e intentar mejorar como persona en lo posible. Es mejor llegar al final con esperanza, que con impaciencia y desesperación.

Llega la hora, sí, de que se tenga gran dolor y llanto, pero el que se conozca bien y sepa lo que va a suceder, intentará tomar cada vez más conciencia de aquello que puede hacerle daño y aprenderá a evitarlo, procurando hacerse fuerte en el Espíritu. En esta época en que transcurre ya la vida, no será fácil pasar un solo día sin angustia o sin sufrimiento. Por eso, la ley del corazón deberá hacer de lo malo, bueno, y de lo bueno, duplicarlo en su valor. Hay que armarse de amor, paciencia, resignación y fortaleza, y sobre todo, de esperanza, porque el sentido del sentimiento humanitario se despertará en la Nueva Era, de la que muchos podrán ser artífices, si son capaces de superar totalmente el egoísmo, que es el principal mal de ahora.

Explicaciones de la Profecía del Asesinato del Papa

Antes de que estalle la tercera guerra mundial y caiga el telón de acero (tal podría ser el significado de «el gran muro» que traen algunas ediciones) Italia será invadida y el Papa asesinado. De este modo la nave de Pedro, huérfana de guía, quedará a merced de los dramáticos acontecimientos que seguirán a esta muerte, no excluida la posibilidad de un cisma; entonces el clero, simbólica tripulación de la simbólica nave, la abandonará, echándose al mar como único medio para salvar la vida.
Junto al río (que podría ser el Tíber, si se toma Roma como sede del papado), la tierra se teñirá de sangre.

Esta profecía se completaría con la contenida en la cuarteta noventa y nueve, de la Centuria VIII:

Por el poder de los tres Reyes temporales,
A otro lugar será transferida la Santa Sede,
Donde la sustancia del espíritu corpóreo,
Será repuesta y recibida por verdadera sede.

La guerra que se desencadenará entre tres grandes potencias afectará igualmente al jefe de la cristiandad y el pontífice que habrá sucedido al Papa muerto correrá a su vez un peligro muy grave, no sólo en su incolumidad personal, sino también por la estabilidad de su propio apostolado: la Santa Sede, es decir, la cátedra de San Pedro será trasladada a otro lugar y sólo al final del conflicto podrá el Santo Padre volver a Roma, la verdadera sede destinada a albergar al representante del Señor en la Tierra.

Y la profecía continúa en la cuarteta ochenta y tres de la Centuria V:

Los que tengan em resa subvertir,
Inigualable reino, fuerte a invencible:
Obrarán, con fraude, noches tres advertir,
Cuando el mayor en la mesa lea la Biblia.

Quienes se habían propuesto la obra de subversión y destrucción de la Iglesia recurrirán al fraude y al engaño y a cualquier otro medio para poder sorprender al Papa. Lo cual sucederá en cierta ocasión estando el Papa sentado en la mesa leyendo la Biblia. Tres serán los encargados de capturar al Papa, mediante un engaño.

Sigue, a continuación, la Centuria IV, cuarteta treinta y tres, que explica quiénes serán los que tiendan la trampa al Papa y por consiguiente a la misma Iglesia:

Júpiter unido más a Venus que a la Luna
Apareciendo de plenitud blanca:
Venus escondida bajo la blancura de Neptuno,
Por Marte golpeada con la grande rama.

El lenguaje es completamente metafórico: Nostradamus dice que cuando Júpiter aparezca con plenitud blanca y esté más próximo a Venus que a la Luna, y Venus se esconda bajo la blancura de Neptuno, entonces Marte la golpeará con la blanca rama.

Procuremos explicar el simbolismo: cuando el pontífice aparezca más indinado o decidido a fijar su atención más en las naciones protestantes que en las católicas y se esfuerce en poner en práctica el precepto de la caridad, entonces los protestantes serán maltratados y perseguidos (juntamente con el pontífice) por una muchedumbre de enemigos (que en este caso quizá podemos identificar con los comunistas).


Dice la Centuria IX, en la noventa y nueve cuarteta:

Viento Aquilón hará partir la sede,
Por muros echar cenizas, cal y polvo:
Por lluvia luego que les causará más daño,
Último socorro llegar desde su frontera.

El viento de Aquilón, es decir, el que obligará al pontífice, inmediatamente después de su elección, a dejar Roma, vendrá del Norte. Los habitantes de Roma defenderán su ciudad, echando desde las murallas sustancias agresivas (podría evidentemente tratarse de nuevas sustancias químicas, empleadas como armas defensivas), pero de poco servirán sus esfuerzos, porque el atacante, a su vez, los acometerá con una verdadera lluvia de bombas que les causarán mucho más daño que el anteriormente experimentado.

Siguen unas cuartetas que explican y declaran el desconcierto general que se producirá según vayan desarrollándose los hechos.

Un personaje de gran lustre, destinado a ser muy pronto emperador, fingirá someterse al pontífice para simular así su apoyo en el cisma que habrá tenido lugar en el seno de la Iglesia y ayudar a algunos países del Este en su lucha contra la opresión comunista. Pero luego, la rebelión de este simulador y falsario causará gravísimo daño a la Iglesia y provocará enconadas luchas entre sus seguidores.

Los rojos, que podemos identificar como fuerzas enemigas del papado y de la cristiandad, se echarán sobre Roma so pretexto de que van a restablecer el pontificado (la gran Capa), esclavo de la anarquía y sometida al cisma. Entonces el estrago, la carnicería y la venganza serán tales que prácticamente no habrá familia que no llore la muerte de alguno de sus miembros, y los rojos asesinarán a un purpurado (probablemente uno de los papas cismáticos). En esta coyuntura, desde la ciudad de Roma se transmitirá un falso mensaje para comunicar otra elección papal, también falsa. Los cristianos perderán totalmente la esperanza de ver volver al verdadero Papa y aceptarán como auténtica la versión de quienes dicen que ha muerto; se cometerá un delito en una capilla y el anti papa superviviente triunfará y coronará a su autor como jefe supremo.

«La gran estrella arderá durante siete días»: esta frase puede interpretarse en el sentido de que una nueva arma vendrá a sembrar la destrucción y la ruina entre los hombres; y de esta nueva tempestad (que bien podría ser una guerra) nacerán dos nuevos personajes de gran prestigio.

Y cuando un gran pontífice logre extender sus dominios sobre nuevos territorios, entonces los pueblos del Oriente Medio reaccionarán violentamente.

Después de la victoria de la predicación de un engañamundos, estallará otra revuelta en Alemania; dos ejércitos se unirán en uno solo y el jefe y su hijo serán asesinados, en tanto que sobre algunas regiones italianas se abatirán la violencia y el terror como represalia.


Explicaciones de la Profecía del Holocausto Nuclear

Dicen las cuartetas sexta y séptima de la Centuria III:

En el templo cerrado el rayo penetrará,
Los ciudadanos extenuados en sus fuertes:
Caballos, bueyes, hombres la onda los, tocará
Con hambre, sed los más débiles armados.
Sobre las picas de los fugitivos fuego del cielo,
Conflicto próximo de los cuervos jugueteando,
Desde tierra se implora ayuda socorro del cielo,
Cuando junto a los muros estarán los combatientes.

Creemos que se trata de un arma tan extraordinariamente mortífera que podría pulverizar cualquier edificio por sólido que fuese (hoy construye ya el hombre refugios anti atómicos que podrían asegurarle la supervivencia en caso de ataques con armas nucleares) y la palabra «templos» puede entenderse en sentido estrictamente religioso, o en sentido metafórico. Además, el infernal mecanismo profetizado por Nostradamus podría destruir seguramente las armas de los enemigos en fuga; lo cual produciría una trágica oleada de muerte, a la que seguiría una igualmente trágica carestía: ésta será, dice el profeta, la única miserable arma que va a quedar a los más débiles que sobrevivan.

La nación de la hoz creerá haber eliminado toda resistencia contra ella, pero en realidad la satisfacción por la victoria obtenida contra todo el mundo durará poco. Precisamente cuando se crea que todo está perdido, entonces, «in extremis», las naciones de Occidente se tomarán el más completo desquite. Un sabio inventor descubrirá y pondrá a punto una novísima arma terrible, cuyos efectos producirán indefectiblemente gran consternación y luto entre los hombres. La potencia y el radio de acción de este «dardo del cielo» serán tales que abarcarán una vastísima extensión de nuestro planeta y, por consiguiente, no habrá para los enemigos ninguna posibilidad de salvarse.

Estando reunidos los jefes para hallar un remedio y una solución para prevenir o alejar el grave peligro que les amenaza, se abatirá sobre ellos la nueva arma y los destruirá. En consecuencia, las tropas, sin sus adalides y caudillos, huirán a la desbandada y el caos político y militar desbarajustará el orden anterior de la nación de la hoz. Será como si se hubiese llevado a cabo una masiva ejecución de los jerifaltes enemigos.

En fin, contra las sectas de los rojos, es decir, contra los varios gobiernos de régimen comunista, se alinearán todas las demás naciones que se esforzarán en devolver la paz y la tranquilidad al mundo tan duramente probado a través de tantas y tan terribles guerras. Después de haber barrido el mundo con un huracán de hierro y de fuego, no habrá salvación posible para los supervivientes, de forma que muchos morirán por juicios sumarísimos y cuantos maquinaron contra la verdadera libertad morirán despiadadamente, a excepción de uno escribe el gran profeta , que más que cualquier otro causará al mundo lutos, desolación y ruinas.

Esta precisión tiene caracteres de especial importancia, porque permite determinar una lógica sucesión cronológica entre las cuartetas que se refieren a futuros acontecimientos, estableciendo una fundamental distinción entre las predicciones que dicen relación con el próximo conflicto (la tercera guerra mundial, de la que hemos ya hablado) y las concretan los sucesos que señalarán el fin de los tiempos.

Este temido Anticristo, a quien se cita muchas veces en las cuartetas de Nostradamus y asimismo en predicciones de otros varios videntes que vivieron en distintas épocas, escapará al merecido castigoy saltará de nuevo a la escena del mundo sólo cuando suene la tremenda hora del fin, preludio del segundo advenimiento de Cristo sobre la Tierra.
Veamos ahora los acontecimientos que seguirán a la definitiva derrota de los «Bárbaros», reconstruyéndolos a través de algunas cuartetas que transcribimos:

Cuanto más esté el grande en falso sueño
La inquietud vendrá a tomar reposo:
Levantad falange de oro, de azul y rojo,
Subyugar África, roerla hasta los huesos.
(CENTURIA V, CUARTETA LXIX)

Selín monarca pacificador Italia,
Reinos unidos, rey cristiano del mundo,
Muriendo querrá reposar en Tierra Santa,
Después de haber barrido del mar a los piratas.

(CENTURIA IV, CUARTETA LXXVII)
Explicaciones de la Profecía de los Tiempos de Paz

Europa, tan duramente probada, podrá, al fin, gozar de un poco de paz. El gran monarca, que tan hábil se habrá mostrado para conseguir la victoria sobre los enemigos de Occidente, se mostrará también activo y eficaz en la consolidación y robustecimiento de esta paz tan difícilmente conseguida; y, gracias a su gestión, el ansia y la inquietud que habían tan vivamente atormentado a los hombres hasta llevarlos al borde de la más grave ruina cesarán y la paz dominará en el mundo. Y añade todavía el profeta que el advenimiento de esta esperada y feliz Era no impedirá la explotación de las inmensas reservas ocultas en el continente africano que serán aprovechadas y explotadas al máximo, para conseguir así que todas las naciones reciban de ello beneficios comunes. 

Nostradamus escribe aquí un nombre en cuyo esclarecimiento han trabajado afanosa a inútilmente muchos sabios comentaristas: Selin Monarca. No sabemos quién pueda ser este esclarecido Monarca, y son válidas aquí todas las hipótesis, ya sea que con este nombre haya querido indicar el vidente el lugar de origen del monarca, ya se trate de un anagrama del nombre verdadero. 

Este gran soberano (y la palabra «soberano» puede admitir una más amplia interpretación, sin necesidad de que se tome al pie de la letra, y así podría muy bien significar el jefe supremo de una hegemonía, no necesariamente monárquica), conseguida ya la pacificación de Italia y unificados bajo su real mando todos los Estados, será el representante cristiano del mundo, y después de haber limpiado los mares de los últimos piratas, es decir, de los restos de la flota enemiga, supervivientes después de la gran errota, deseará ser enterrado en Tierra Santa, como homenaje a la tradición cristiana.

Y comenzará entonces un nuevo estado de cosas, una nueva ordenación social, como indican algunas cuartetas (Centuria III, cuarteta XL y Centuria X, cuarteta XL).

La guerra, maldición de los hombres, será finalmente sometida por la feliz unión de los Estados; su impotencia para estallar asegurará la paz.

Explicaciones de la Profecía de las Naciones que Caerán

Pero los dulces y tranquilos años de paz verán pronto su fin, si hemos de dar crédito a lo que se dice en la cuarteta cuarenta y seis de la Centuria II.

El primer verso dice con claridad que, después de una gran discordia entre los hombres, se aproxima otra mucho mayor todavía. Del cielo caerán bombas tan abundantes como gotas de lluvia que esparcirán mucha sangre inocente, y otra vez la Humanidad será azotada por crueles desventuras que causarán lutos, dolores y pestilencias irreprimibles, incluso por parte de la más avanzada ciencia médica. Esto acontecerá, precisa Nostradamus, cuando en el cielo, por enésima vez, aparezcan las estelas luminosas de los misiles.

Algunos comentaristas han interpretado esta cuarteta como si fuese una profecía cumplida ya en la Segunda Guerra Mundial, cuando la V1 y la V2 alemanas surcaron el cielo de Europa y sembraron, a su paso, desolación, muerte y ruina. Pero si bien no faltaron durante aquella contienda violentísimos episodios que afectaron a muchos inocentes y a muchos pueblos indefensos, es preciso tener en cuenta las palabras que se refieren al gran motor que renueva los siglos y la alusión que se hace a la epidemia, que en realidad no se declaró durante el anterior conflicto. La alusión al fin del mundo, la referencia al ciclo histórico en el que actualmente vivimos hace posible afirmar que este martirio de la Humanidad, aún no ha sucedido. Al término de la predicción, el mundo, dividido en facciones y lacerado por graves cismas, se hallará inmerso en el más negro y trágico caos.
Las mayores capitales del mundo serán destruidas.

La ciudad que se indica en la cuarteta ochenta y cuatro de la Centuria III, es, indudablemente, París, cuya destrucción ha sido también vaticinada por otros videntes, entre los cuales está San Juan Bosco, quien en una carta dirigida al entonces Papa Pío IX, dice: «El Creador se dará a conocer y visitará París tres veces con la vara de su enojo». Después de haber exhortado a los parisienses a que no desprecien sus consejos, concluye el Santo de esta manera a propósito del destino que les aguarda: «Caerás, durante la tercera visita, en manos extranjeras y tus enemigos mirarán desde lejos cómo arden tus palacios, reducidas tus moradas a un montón de ruinas y rociadas con la sangre de tus prohombres que ya no existen...».

Como puede verse, concuerdan los vaticinios, puesto que Nostradamus afirma que la ciudad de París quedará completamente desolada y sólo podrán habitarla contados supervivientes.

Se derrumbarán los edificios y la población será exterminada con hierro y fuego y nadie se apiadará de los inermes y de los pequeños; hasta los templos serán violados por la furia demoledora que implacablemente se abatirá sobre ellos. Y quienes se libren de las armas, morirán víctimas de la epidemia que caerá sobre la desgraciada metrópoli.

Por lo que respecta a Londres, capital de la nación que poseyó en su día el más vasto de los imperios coloniales, Nostradamus predice trescientos años de dominio absoluto y de próspero comercio marítimo que disgustará a los portugueses. Éstos habrán de ceder a Albión el predominio y la supremacía de las Indias.

Y llegamos por fin a la profecía que se refiere, seguramente, a la ciudad de Nueva York, la «gran ciudad nueva» que sera atacada por un incendio que podría estar localizado en la zona de 40° de latitud. Esta súbita llama envolverá totalmente la ciudad que saltará por el aire, hecha añicos; lo cual sucederá cuando se piense someter a dura prueba a la gente del norte de Europa, probablemente los alemanes. Hoy conocida y afirmada profecía que data del 11 de Septiembre de 2001 en el cual el Atentado a las Torres Gemelas es un hecho histórico de gran pérdida humana.

También Roma, la ciudad eterna, se incluye entre las ciudades que van a ser destruidas. Leemos en la cuarteta cien de la VI Centuria:

Hija de la Aurora, asilo del malsano,
Donde hasta el cielo se ve el anfiteatro:
Prodigio visto, tu mal está muy próximo,
Serás cautiva y veces más de cuatro.

Esta profecía, en la que el vidente llama a Roma «hija de la Aurora», ciudad que levanta hacia el cielo el anfiteatro del coliseo, aconseja tener en cuenta los próximos desgraciados acontecimientos que se avecinan: la ciudad será asediada más de cuatro veces.

Para Roma, pues, el destino no es el mismo que el reservado a otras grandes ciudades: no los hombres, sino las fuerzas de la Naturaleza, darán cuenta de ella y de su perversidad que consistirá muy especialmente en haber violado las mismas leyes naturales.

Desde Sicilia, es decir, desde aquel mismo lugar donde Jasón hizo construir sus naves, vendrá un espantoso y súbito diluvio del que nadie podrá escapar. El terrible cataclismo hinchará hasta tal exceso las alborotadas aguas del mar que éstas llegarán a sumergir toda la parte meridional de la península italiana y la furia de los desatados elementos sólo se detendrá al pie de las colinas donde están los restos del teatro romano de Fiesole, en Toscana.

En este punto, la profecía de Nostradamus sobre el futuro que nos aguarda parece decir que el mal triunfará inconteniblemente sobre la tierra; por fortuna no será así porque será de escasa duración su apoteosis. Se vislumbra ya la última y definitiva lucha entre los hijos de las tinieblas, mandados por el Anticristo y los hijos de la Luz, guiados por el Mesías.

Explicaciones de la Profecía del Triunfo de la Gran Verdad

Dice Nostradamus que cuando el sol llegue al 20° del Toro, es decir, el día once de mayo, la Tierra temblará y tragará a todos los espectadores; mientras tanto el aire se oscurecerá y caerán sobre la Tierra las más densas tinieblas y Dios, con sus legiones de ángeles y de santos, arrollará y arrumbará totalmente a la demoníaca criatura que había querido escalar el cielo. Acometido y atacado por el rayo celeste, el Anticristo se desplomará en la arena a incapaz de llevar a cabo las maravillas de las que había osado resumir, se abismará en las entrañas de la tierra, vencido y derrotado. La justicia de Dios se abatirá entonces sobre los secuaces de Satanás y causará entre los hombres una terrible carnicería. De esta manera el gran nieto, es decir, el Anticristo descendiente de Satanás, será constreñido a dejar la Tierra para nunca jamás volver a ella.

Entonces triunfará María, Madre de Dios (a la que Nostradamus indica como una curiosa perífrasis, siendo «maría» el plural del nombre latino «mare»), de la cual se ha dicho que «las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella».

El Anticristo, descendiente de la tribu (o califato) de Dan y su inspirador, Satanás, temblarán ante el juicio que les espera.

Nostradamus ratifica y sanciona la fecha dé cuando va a suceder todo esto: transcurridos veinte años santos o jubilares, lo cual equivale a decir después de veinte siglos de la fundación de la Iglesia (indicada por el vidente, como de costumbre, con el nombre de Luna, ya que Cristo es el verdadero Sol que ilumina con su luz a la Iglesia, como el caso de nuestro satélite), o sea en el año siete mil del calendario judío, calculado a partir de la expulsión de Adán y Eva del paraíso. Aquel año, otro retendrá la monarquía; lo cual significa que el sol dejará de iluminar a la Tierra; mi profecía entonces añade Nostradamus se habrá cumplido.

En aquel período próximo al acabamiento del segundo milenio, los muertos que estarán en sus tumbas se presentarán de nuevo ante la presencia de Dios y las espantosas hecatombes que tanto habrán afligido y atormentado al mundo aparecerán como uno de los medios purificadores de los que Dios se ha valido para realizar sus propios designios y no ya como una tragedia de la Humanidad, salvada y redimida.

Un gran juez juzgará los tiempos pasados, lo mismo que el presente, y pronunciará su sentencia para los vivos y para los muertos, y todos aquellos que no comprendieron la palabra de Dios serán por Él repudiados.

Finalmente Nostradamus, después de precisar que, conscientes de lo que les aguarda, los hombres considerarán. El día de su muerte no ya como algo triste, sino como un momento de gran regocijo y como un nacimiento a la vida espiritual, concluye diciendo que el Espíritu Santo llenará de gozo y de felicidad a aquellas almas que, por la victoria tan meritoriamente alcanzada, tendrán derecho a contemplar en toda su plenitud el esplendor del Verbo.

Profecía de "Lo Mas Urgente"

Fue dicho y está escrito, que el Hombre ha nacido libre, con el signo de la infinitud sobre su destino, independientemente de los márgenes aparentes del nacimiento y de la muerte, entre los que transcurre una fase del aprendizaje de su Espíritu, a la que él llama Vida o existencia. Dios le creó a su imagen y semejanza, pero él ha elegido libremente ser como es y seguir por el camino oscuro. Y eso es lo que no puede ser.

La Esencia Divina, siempre justa y equitativa, pero también siempre misericordiosa, hace casi dos mil años concedió al Ser Humano una fuerza ascensional con Jesús-Cristo y le avisó en el Apocalipsis del riesgo que corría si perseveraba en su proceder inicuo y lo incrementaba, como lo ha hecho, siglo tras siglo. El cambio de Ciclo estaba próximo a llegar y de él dependía que fuera indoloro y armónico o fuertemente traumático. Es la alternativa que suele repetirse en el devenir de esta célula del Cosmos, y el Ser Humano tiene la prerrogativa de elegir.

Queda sólo tiempo de buscar a Dios con urgencia. De tratar de sentirlo en lo profundo del corazón, implorando Su perdón, haciendo penitencia y transmutando las conductas erradas que impiden la limpieza del Alma. Cuán hermoso sería que, ante la lectura y escucha de las profecías del porvenir cercano, millones y millones de criaturas del planeta Tierra rectificaran sus comportamientos y cambiaran lo negativo de su interior en positivo. Volvería a repetirse, sin duda, el milagro de la sensata ciudad de Nínive, y ocurriría, de nuevo, como en el caso del bíblico profeta Jonás. Así sea.

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