Sor Faustina Kowalska, la profeta que reveló a Juan Pablo II como el Papa previo al Fin de todos los tiempos.
Sor Faustina nació en Glogowice, cerca de Lodz (Polonia) en 1905. Recibió de sus padres, Estanislao y Mariana, una gran educación cristiana, lo que hizo que a los veinte años, Faustina decidiera ingresar en la Congregación de las Hermanas de la Caridad de la Madre de Dios, o lo que es lo mismo, las Magdalenas. Éstas se dedicaban a la formación moral de los más necesitados, principalmente jovencitas.
Sor Faustina moriría muy joven a la edad de 33 años, en 1938. Unos años antes sería cuando comenzaría a recibir las grandes revelaciones. Precisamente el 22 de febrero de 1931, sor Faustina pudo ver, muy cerca de Cracovia, la figura de Jesús. Éste se le apareció en frente, y lo contaba diciendo:
“Vi a Jesucristo vestido de blanco. Una mano estaba levantada en ademán de bendecir, y con la otra mano se tocaba el vestido en el pecho. De su manto brotaban dos rayos de luz: el uno rojo y el otro blanco. Él me dijo: estos dos rayos de luz representan la sangre y el agua que brotaron de mi corazón al ser herido por la lanza del soldado en la cruz. El rayo rojo significa la sangre y el blanco el agua. Debes mandar pintar una imagen mía así como la estás viendo ahora, y que lleve esta inscripción: “JESÚS, YO CONFÍO EN TÍ”
“Deseo que esta imagen sea venerada en todas partes, y prometo que a quienes veneren mi imagen y confíen en mí, les concederé gracias y favores mucho más grandes de los que me pidan. Y los asistiré en el momento de su muerte”.
Faustina fue religiosa que propagaría la devoción a la Divina Misericordia y expondría claramente sus visiones: fue capaz de anunciar ocho años antes la última guerra mundial y también le fue revelado el bombardeo a Varsovia, además de, por supuesto, saber con total exactitud, el día y el año de su muerte, debida a que sufría tuberculosis.
El 15 de abril de 1978 la Santa Sede permitió la práctica a ésta devoción, después de prohibirla durante 19 años. El artífice de esto fue el cardenal Vojtila, arzobispo de la diócesis de sor Faustina, en Cracovia. Juan Pablo II sería elevado a Sumo Pontificado el 16 de octubre de 1978.
Más tarde, sería beatificada por el Papa el 18 de abril de 1993.
Entre sus revelaciones, se encuentran otras como:
“Esta mirada que aparece en mi rostro es la misma que desde la cruz dirigí en favor de los pecadores. Dile a los pecadores que si acuden a mi Misericordia, entonces por mas grandes que sean sus pecados, en vez de castigarles, les concederé mi perdón. Que recurran a mi Misericordia y me supliquen perdón, antes de que les llegue mi justicia”.
"Antes de venir como juez, abro de par en par las puertas de mi Misericordia. Solamente quienes no quieran acudir a mi Misericordia tendrán que recibir todo el peso de mi justicia. Precediendo el día de la justicia, HARÁ UNA SEÑAL EN EL CIELO a todos los hombres. Toda luz será apagada en el firmamento y en la Tierra. Entonces aparecerá venida del Cielo la señal de la Cruz, de cada una de mis llagas de las manos y de los pies saldrán luces que iluminarán la Tierra por un momento".
"Quiero a Polonia de una manera especial. Si es fiel y dócil a mi voluntad, la elevaré en poder y santidad, y DE ELLA SALTARÁ LA CHISPA QUE PREPARARÁ AL MUNDO A MI ÚLTIMA VENIDA".
Puede parecer que se refería al Papa Juan Pablo II. En ese caso, coincidiría con aquellas profecías de la Virgen en las apariciones de Umbe y Garabandal, cuando decía que Juan Pablo II era el último Papa previo al fin de los tiempos.
Pocas veces Jesús se revela de forma tan manifiesta, mostrándonos un aspecto tan profundo como el de su misericordia; estas revelaciones tan actuales y aplicables a lo tiempos que vivimos, nos pueden dar a entender que el final de los tiempos podría estar realmente cerca.
¿Tanta razón tuvo? Veremos.
Sor Faustina nació en Glogowice, cerca de Lodz (Polonia) en 1905. Recibió de sus padres, Estanislao y Mariana, una gran educación cristiana, lo que hizo que a los veinte años, Faustina decidiera ingresar en la Congregación de las Hermanas de la Caridad de la Madre de Dios, o lo que es lo mismo, las Magdalenas. Éstas se dedicaban a la formación moral de los más necesitados, principalmente jovencitas.
Sor Faustina moriría muy joven a la edad de 33 años, en 1938. Unos años antes sería cuando comenzaría a recibir las grandes revelaciones. Precisamente el 22 de febrero de 1931, sor Faustina pudo ver, muy cerca de Cracovia, la figura de Jesús. Éste se le apareció en frente, y lo contaba diciendo:
“Vi a Jesucristo vestido de blanco. Una mano estaba levantada en ademán de bendecir, y con la otra mano se tocaba el vestido en el pecho. De su manto brotaban dos rayos de luz: el uno rojo y el otro blanco. Él me dijo: estos dos rayos de luz representan la sangre y el agua que brotaron de mi corazón al ser herido por la lanza del soldado en la cruz. El rayo rojo significa la sangre y el blanco el agua. Debes mandar pintar una imagen mía así como la estás viendo ahora, y que lleve esta inscripción: “JESÚS, YO CONFÍO EN TÍ”
“Deseo que esta imagen sea venerada en todas partes, y prometo que a quienes veneren mi imagen y confíen en mí, les concederé gracias y favores mucho más grandes de los que me pidan. Y los asistiré en el momento de su muerte”.
Faustina fue religiosa que propagaría la devoción a la Divina Misericordia y expondría claramente sus visiones: fue capaz de anunciar ocho años antes la última guerra mundial y también le fue revelado el bombardeo a Varsovia, además de, por supuesto, saber con total exactitud, el día y el año de su muerte, debida a que sufría tuberculosis.
El 15 de abril de 1978 la Santa Sede permitió la práctica a ésta devoción, después de prohibirla durante 19 años. El artífice de esto fue el cardenal Vojtila, arzobispo de la diócesis de sor Faustina, en Cracovia. Juan Pablo II sería elevado a Sumo Pontificado el 16 de octubre de 1978.
Más tarde, sería beatificada por el Papa el 18 de abril de 1993.
Entre sus revelaciones, se encuentran otras como:
“Esta mirada que aparece en mi rostro es la misma que desde la cruz dirigí en favor de los pecadores. Dile a los pecadores que si acuden a mi Misericordia, entonces por mas grandes que sean sus pecados, en vez de castigarles, les concederé mi perdón. Que recurran a mi Misericordia y me supliquen perdón, antes de que les llegue mi justicia”.
"Antes de venir como juez, abro de par en par las puertas de mi Misericordia. Solamente quienes no quieran acudir a mi Misericordia tendrán que recibir todo el peso de mi justicia. Precediendo el día de la justicia, HARÁ UNA SEÑAL EN EL CIELO a todos los hombres. Toda luz será apagada en el firmamento y en la Tierra. Entonces aparecerá venida del Cielo la señal de la Cruz, de cada una de mis llagas de las manos y de los pies saldrán luces que iluminarán la Tierra por un momento".
"Quiero a Polonia de una manera especial. Si es fiel y dócil a mi voluntad, la elevaré en poder y santidad, y DE ELLA SALTARÁ LA CHISPA QUE PREPARARÁ AL MUNDO A MI ÚLTIMA VENIDA".
Puede parecer que se refería al Papa Juan Pablo II. En ese caso, coincidiría con aquellas profecías de la Virgen en las apariciones de Umbe y Garabandal, cuando decía que Juan Pablo II era el último Papa previo al fin de los tiempos.
Pocas veces Jesús se revela de forma tan manifiesta, mostrándonos un aspecto tan profundo como el de su misericordia; estas revelaciones tan actuales y aplicables a lo tiempos que vivimos, nos pueden dar a entender que el final de los tiempos podría estar realmente cerca.
¿Tanta razón tuvo? Veremos.
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